Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sevilla/Hasta el mayor defensor de que la ciudad acoja grandes acontecimientos como la final de una UEFA tiene que reconocer que hemos sufrido verdaderos problemas de convivencia, seguridad y hasta de salubridad. Hemos llegado a un punto en que si queremos aspirar a determinados objetivos debemos estar mejor preparados. No sé si la solución se denomina o pasa por la declaración del Estatuto de Capitalidad (oh, perdón, si se enfadan algunos de otras provincias hermanas), la asignación de mil policías más o directamente la declaración de una suerte de estado de alarma.
El caso es que no podemos seguir sufriendo la cochambre, inmundicia y desorden que hemos padecido ya demasiadas veces con tanta intensidad en tan poco tiempo: el afeamiento de los monumentos, el uso reprobable del patrimonio, los comercios cerrados prematuramente, los miles de vecinos que se confinan voluntariamente, la preocupación y hasta el pánico por las algaradas que se producen precisamente a la hora de las salidas del colegio...
Todo provocado por el abuso del alcohol, por supuesto. Venimos de una Madrugada con la aplicación de una Ley Seca a partir de la una de la noche y hemos tragado con los desórdenes de una final de fútbol que en la práctica son tres días de efectos nocivos. Si queremos seguir siendo sede de estos acontecimientos será necesario un protocolo de medidas más contundente. Nada de lo que hemos sufrido sucedió, por ejemplo, en el Mundial de 1982, donde lo más parecido fueron las cogorzas de los escoceses en Heliópolis.
La sociedad ha cambiado mucho y Sevilla no está adecuadamente preparada para controlar estos hitos. Pero puedo estarlo. Sería absurdo renunciar a acoger más finales. Basta con adaptar la ciudad. El problema, al fin, está en el centro, no en los barrios. La zona de conflictividad está acotada. No es casualidad que se repitan las mismas zonas de conflictividad: Reyes Católicos, esquina con el Paseo de Colón, y Santa María la Blanca en su confluencia con la Puerta de la Carne. No se puede reeducar a la masa, pero sí tomar medidas, como se ha hecho con la Madrugada, que ya es triste y desalentadora la comparación. De momento, alcalde, tenemos un problema. El centro de Sevilla apesta los días de grandes acontecimientos deportivos. Y no es culpa del fútbol, sino de la mala educación. Al igual que Sevilla no está sucia por culpa de los alcaldes, sino del incivismo de los sevillanos y sus visitantes. No estamos preparados.
Perdimos la cultura del saber estar de la masa. ¿Les suena a algo lo de la Semana Santa? Han pasado 22 años y todavía seguimos tratando de controlar una noche. ¡Y aspiramos a más finales con 130.000 tipos sin entrada y embriagados!
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