La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El sentido de la vida en Sevilla
Once puntos en siete partidos es una diferencia que se hace más llamativa cuando se trata de analizar lo que dos equipos como Sevilla y Athletic han logrado en este tiempo. Dos equipos tan parecidos a lo largo de la historia de la Liga no es lógico que anden tan distanciados, sobre todo cuando en esta contemporaneidad que vivimos ha sido siempre el Sevilla el que llevaba a su rebufo a los leones, por lo que la situación es de muy nuevo cuño.
Estamos en uno de esos Días D que tanto se dan en fútbol y es cuando el banquillo de uno de los contendientes acoge a un nuevo inquilino. Y en este fútbol nuestro se hizo ley aquello de que a entrenador nuevo, víctoria segura. Pasa que la cruda realidad dice que no siempre es así y, además, no garantiza un futuro mejor el cambio de entrenador. En el caso que nos ocupa no es un desconocido el hombre que hoy reaparece en vez de debutar en dicho puente de mando.
Llega a Nervión un Athletic pletórico que ha recobrado a las órdenes de Ernesto Valverde el gusto por un juego de ataque desaforado tras haber hallado en los hermanos Williams ese veneno atacante que tanto echaba en falta con Marcelino. Y me imagino que con la guardia alta el Sevilla bajo las órdenes de Jorge Sampaoli, el chamán del desorden y los correcalles de un área a otra que ya encandiló a la clientela sevillista hasta que las cosas se torcieron.
Tiene que ganar el Sevilla esta tarde al Athletic por lo civil o como sea. Aunque es mucho lo que resta de campeonato, vivir en el brocal del pozo suele generar malas consecuencias. La cita es complicada, pero hablamos del Sevilla, ese equipo que ha de retomar el sello de irreductible que nadie sabe por dónde se ha ido. Partido que es uno de esos clásicos de toda la vida y en circunstancias anómalas para el anfitrión, pero de todo punto subsanables. Juguemos al uno.
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