Las dos orillas
José Joaquín León
Mensajes de Navidad
"Dímelo y lo olvidaré, enséñamelo y lo recordaré, implícame y lo comprenderé."
Proverbio chino
EL concepto de gobernanza no es familiar para muchos de nosotros, pero el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia lo incluye en sus últimas ediciones, definiéndolo como "Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía". El término trata de definir un nuevo estilo de gobierno que se caracteriza por ser diferente a los estilos tradicionales, basados en el control jerárquico, y que propone crear procesos de decisión en los que participen lo público y lo privado. En efecto, se ha pasado de una noción de gobierno en la que el Estado era el incuestionable centro del poder político y tenía el monopolio en el logro del interés colectivo a una nueva situación en la que las decisiones deben ser el resultado de la relación y la dependencia mutua entre las instituciones políticas y la sociedad. En un mundo complejo como el actual, nadie tiene el conocimiento ni la información suficiente para dar respuesta a las nuevas necesidades que se plantea la sociedad. Las instituciones públicas deben recordar que existen recursos en la sociedad lo suficientemente sólidos como para poder diseñar y aplicar eficazmente las políticas y esos recursos deben ser aprovechados.
La buena gobernanza debería aplicarse como punto de partida en el gobierno de las ciudades, en todos los ámbitos y materias. En la actualidad se deberían aplicar en la gestión de los ayuntamientos los conceptos básicos que definen dicha gobernanza: participación, legalidad, información y transparencia, responsabilidad, eficacia y eficiencia, consenso, equidad y sensibilidad. Conseguir que una ciudad se gobierne según estos conceptos es un objetivo difícil de alcanzar, pero deseable y en poco tiempo veremos que imprescindible en la sociedad actual y venidera. Las ciudades ya no deben ser entendidas solamente como un grupo de habitantes que apuestan una vez cada cuatro años por tener suerte y que la nueva corporación municipal refleje los deseos y aspiraciones de la mayoría y, además, los resuelva o, al menos, los encarrile, que decimos aquí. El verdadero reto del próximo Ayuntamiento será poner en marcha instrumentos de acción concertada entre los agentes públicos y privados que den solidez, estabilidad y pujanza al futuro de una ciudad. Y esos instrumentos, en el tiempo de las redes sociales y la transmisión instantánea de la información, deben ser posibles. Sevilla tiene los elementos necesarios para poder ser un ejemplo de ciudad bien gobernada. Que lo recuerden los partidos políticos, porque los sevillanos no lo vamos a olvidar.
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