La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Juanma apunta a un verdadero problemón
Puntadas con hilo
Quienes viajan coincidirán en que hacerlo es una experiencia que se inicia antes de la partida, delante del ordenador o la pantalla de cualquier otro dispositivo. A menudo el viaje suele empezar en una conversación con alguna amistad que te cuenta lo bien que comió o se lo pasó en una ciudad. El destino va ganando puntos si, además, alguien te confirma que hay planes baratos o varios lugares imprescindibles. Y se impone por goleada si, además, después de navegar por internet los vídeos te demuestran que no sólo merece la pena, sino que además hay un vuelo directo o alguna conexión rápida y económica.
Una vez convencido, la planificación se convierte en un juego virtual divertido, que continúa en el destino en cuestión donde aterrizas con una maleta y un volumen de información en el bolsillo imposible de facturar. Gracias a esta herramienta, tu smartphone, ya sabes a dónde dirigirte para disfrutar de experiencias que difícilmente te contarían en los mostradores de las oficinas de información turística al uso. Tienes la dirección exacta de un bar de autóctonos y hasta sabes qué pedirte cuando llegues a él y, como te alojarás en un apartamento para convivir como un local más, también llevas ya apuntado dónde comprar el mejor producto y al mejor precio, sin necesidad de recurrir a hipermercados ni comercios exprés. Con asombro descubrirás que hay establecimientos que, a pesar de las distancias culturales, siempre ofrecen algo de tu agrado y que hasta hay algunos que adaptan sus horarios y te permiten cenar a la hora española en un ambiente de mestizaje que no te incomoda.
Seguro que más de uno han vivido alguna de estas experiencias y han vuelto celebrando lo fácil que les ha resultado integrarse en ese destino en cuestión. Y no hay misterios. Habitualmente es el resultado de la aplicación de un modelo de turismo inteligente. Así se llama y consiste en saber anticiparse a las necesidades del turista para, en definitiva, ser más competitivo en un sector que no para de crecer. En la era digital la huella que vamos dejando en las redes sociales, las tarjetas de crédito, los teléfonos móviles, las reservas hoteleras... cada vez que viajamos permite a otros conocernos mejor e incluso tomar decisiones, en tiempo real, para que nuestra experiencia en dicho destino sea lo más satisfactoria posible.
Muchos de estos viajeros agradecidos regresan maravillados para, de seguido, lamentarse de que los turistas no sólo hayan colonizado el centro, sino que se extiendan por los barrios y contaminen las tiendas y los comercios de toda la vida poniendo en riesgo su esencia. Son los mismos que se quejan de no poder encontrar mesa en el restaurante de moda que suelen frecuentar porque por delante tiene dos turnos completos de coreanos. Y que juran que no volverán a pisar su taberna favorita porque se ha entregado al guirismo, ése que ha viajado en el mismo vuelo (las rutas tienen ida y vuelta).
Por cierto, coinciden con los que cuando han escuchado esta semana que Sevilla se ha convertido en un destino inteligente se ríen a carcajadas. Vaya ocurrencia...
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