Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Sevilla/El último Pleno del Ayuntamiento fue un baño de realidad para el gobierno en tiempos de sequía... De mayoría absoluta. Es cuando menos de ingenuos intentar que algún grupo de la oposición apoye una modificación presupuestaria de 14 millones de euros sin una negociación previa. El alcalde se topó de bruces con la falta de dos votos. Nadie te apoya porque sí, mucho menos gratuitamente o en nombre de la ciudad. Tururú. No tendremos presupuesto antes de Navidad y veremos si lo tendremos en primavera. Despejado el panorama nacional, donde definitivamente no habrá una gran coalición del PP y Vox, el gobierno local tiene que ganarse el apoyo de los de Abascal, que han pedido la porción de tarta que reclaman desde la noche de las elecciones municipales, o alcanzar acuerdos muy concretos con los socialistas de Antonio Muñoz. Vox quiere una concejalía de gobierno y el PSOE no ve la hora de reprocharle al alcalde que meta a la derecha pura y dura en el gobierno de la ciudad, cosa que no ocurría desde el último Ayuntamiento franquista.
Mientras Sanz deshoja la margarita en el Parque de Maria Luisa, entre pregoneros y procesiones, muchas procesiones, la ciudad no puede avanzar sin presupuesto, instrumento absolutamente necesario para hacer posibles soluciones ante nuevos problemas. Las modificaciones son parcheos. Y ya se ve que ni en eso avanzamos algo. El Ayuntamiento está bloqueado. Y eso supone que la ciudad lo está. Este problema se hará cada día más evidente. Un presupuesto prorrogado es una herramienta antigua para gestionar los servicios e intereses de una ciudad de casi 700.000 habitantes. Urge que el alcalde tome la iniciativa política y que los grupos de la oposición sean conscientes también de su responsabilidad, del papel que tienen asignado y de la importancia de no enrocarse en posiciones que sólo buscarían el rédito partidista.
El gobierno no se puede creer con derecho a los apoyos por tener más concejales que nadie y envolverse en la bandera carmesí de la ciudad. Debe evitar una imagen de soberbia y altivez. Tiene que sentarse con unos y con otros. Y la oposición debe calcular bien hasta qué punto tensa la cuerda, pues casos hay a manojos de gobiernos en minoría que han recibido después un respaldo absoluto en las siguientes elecciones. El socialista Manuel del Valle ya reconocía que gobernar en minoría era un suplicio. Peor sería alargar el período de bloqueo de una ciudad que tiene retos por delante que eran inexistentes hace una década. Aquí la ciudad es la primera, la más importante y a la que no se debe hacer esperar.
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