La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los caídos de la Sevilla de Oseluí
Desde mi córner
PARECE que toca a su fin el gratuito culebrón que se ha montado en torno a Unai Emery y eso debe ser bueno para todos, creo yo. Un culebrón montado por expresa decisión y participación del propio Unai, o de sus representantes, que para el caso viene a ser lo mismo. Todo indica que al final va a tener razón Pepe Castro cuando se preguntó en voz alta que dónde iba a estar mejor el competente y exitoso entrenador guipuzcoano.
Seguramente, de haber tenido alguna oferta más atractiva que la del Sevilla estaríamos hablando de otra cosa. Y no debe haber sido el dinero lo que juegue a favor del Sevilla, pues está claro que no va a venir el representante a ofrecerle algo menos rentable económicamente. Pero es que este Sevilla que gana con la gorra ofrece unas posibilidades de futuro inmediato que pocos clubes tienen ante sí. Además de que a favor de Unai juega la confianza que da conocer bien el paño.
Ahora bien, aunque el fútbol no tiene memoria y sólo vive del rabioso presente, qué margen de error tendrá ante una grada que sabe que estuvo coqueteando con la posibilidad de cambiar de novia. No debe olvidarse que Unai es entrenador del Sevilla porque el dúo que forman Castro y Monchi confiaron en él cuando cierta crítica lo vituperaba y mucha grada de Nervión lo detestaba. La confianza que la cúpula tuvo en sus aptitudes fue el único clavo que le permitió permanecer.
Aun sabiendo que esta película termine con beso, la inquietud está en si esa afición que ha visto cómo le estaba poniendo los cuernos aguantará unos resultados inesperadamente malos. Claro que también hay que asirse a eso de la mala memoria del fútbol para confiar en que la relación entre el Sevilla y el vasco discurra sin tribulaciones. En la actualidad no veo a nadie mejor que Unai para entrenar al Sevilla como tampoco veo ningún sitio mejor que el Sevilla para Unai.
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