Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Podrán presentar a bombo y platillo el avance del nuevo Batman en el que Joaquin Phoenix hace del Joker, que aquí lo que arrasa en las redes es el mucho talento y más gracia con los que alguien ha doblado una secuencia de El caballero oscuro poniendo la voz de Jesús Quintero al Joker y la del Risitas (contando como limpió las paelleras) al Joker. Y se la cargó. Como Zucker y Abrahams se cargaron Aeropuerto y Aeropuerto 75 con Aterriza como puedas, Florentino Fernández se cargó con sus geniales doblajes La venganza de Ulzana ("este es el solar, machotes, se lo hemos expropiado a Caballo Loco para hacer viviendas sociales"), El burlador de Castilla ("tengo un cimbel matutino con la forma de un pepino"), Duelo de titanes (Lancaster contándole a Douglas el chiste de la vaca) u Operación Dragón (el apretón de Bruce Lee) y otro talento anónimo se cargó El hundimiento con su subtitulado bético ("Donmanué, estos han sido los resultados de la última jornada de liga").
En plena cumbre del turismo Andalucía y Sevilla vuelven a ser noticia internacional gracias al Risitas. No por este divertidísimo doblaje de Batman, sino por la "risitomanía" que arrasa las redes francesas en las que el "Jezuuú" del personaje se ha adaptado como "Issou" (lo que ha fastidiado a la pequeña ciudad francesa del mismo nombre, que ahora sirve de rechifla nacional). Ya sabíamos de algunos de sus anteriores éxitos franceses y sus anuncios de pizzas en Finlandia. Ahora el periodista Álvaro Mera, como informaba ayer el compañero Francisco Andrés Gallardo, nos ha descubierto que El Risitas ha conquistado ya del todo Francia y -más asombroso aún- se ha convertido en imagen del Frente Nacional.
Vivimos de lo que vivimos y vendemos lo que vendemos. Y no hay por qué achararse. La Sevilla que se muestra, expone u ofrece en esta cumbre tan "¡Bienvenido, Mr. Obama!" -con Pedro Sánchez de Pepe Isbert- no dista mucho de estos doblajes. El "Jezuuú" o el "Issou" y la contagiosa risa suenan en la Catedral y el Salvador disecadas y museificadas, en las calles abarrotadas de bares, veladores, tiendas de camisetas y de bocadillos, en las setas de la Encarnación, en la caótica Avenida de la Constitución o en la Puerta de Jerez con sus tablaos flamencos portátiles. Vender masivamente autenticidad es imposible. Pero no podemos hacer otra cosa. Ni turismofilia ni turismofobia: realismo.
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