Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Robo aquí el título de la novela Inés just coming de Alfonso Grosso, aquel novelista sevillano de talento pero autodestructivo como pocos. El título hace referencia a Inés, que da nombre a un terrible ciclón caribeño. Camas, antaño inundable, no es el Caribe. Pero otro ciclón, sito en La Pañoleta City (como se lee en cierta bandera en las gradas del Sánchez-Pizjuán), acaba de llegar con furia con millones de visualizaciones en redes sociales. De ahí el presente cambiazo: Sergio just coming.
En los medios deportivos se repite que al Sevilla FC ha vuelto su hijo pródigo: Sergio Ramos. Pese a sus cloacales miserias, el fútbol sigue siendo una religión (la única que no admite ateos, como decía en célebre frase Eduardo Galeano). Pero, como ha dicho el compañero Eduardo Florido, el guiño bíblico es desacertado. El hijo pródigo del Evangelio tuvo que volver hambriento y zarrapastroso a la casa del padre. Había derrochado su herencia entre placeres de manirroto. Sergio Ramos no es el hijo pródigo del Sevilla FC. Es, pese a todo, su hijo prodigioso. Es el que ahora vuelve exitoso y curtido a su casa de antaño, donde se forjó como futbolista adolescente. Vuelve con 37 años, tras haberlo ganado casi todo con la selección española y el Real Madrid. Nada que ver con el alma en pena de la parábola.
Sergio Ramos is back. Sergio Ramos ha vuelto. Lo ha hecho tras renunciar al pastizal que le ofrecían en el cementerio de paquidermos de Turquía y en la alfombra de oro de Arabia Saudí. Viene, según él, al lugar de donde nunca se fue sentimentalmente. Lejos queda aquel día en el que dejó el Sevilla FC bajo un tufo de polémica orquestada. Del Nido Benavente vendió al pueblo su salida como una traición al sevillismo. El tiempo establece también sus propios lazos de sangre. Ahora es Del Nido Carrasco, su hijo y actual vicepresidente (insólitamente enfrentado a su mentor por el control del club), quien ha tenido que recibir al hijo prodigioso. Incluso el propio Del Nido padre había rogado por su fichaje tras el calamitoso inicio del Sevilla en la Liga y las repetidas deficiencias en defensa.
Atrás queda un verano de solapados flirteos entre Sergio y el club. Se dijo que eran bulos. La renuente directiva del Sevilla ha hecho suya la llamada dieta Churchill. A saber: uno ha de comerse sus palabras para saber que no hay dieta más equilibrada. Parte del sevillismo no perdona a Sergio Ramos sus feos gestos a la afición cuando venía al Sánchez-Pizjuán con el Real Madrid y era recibido de uñas desde las airadas gradas. Toca la dieta Churchill. Por lo que me toca, estoy en ello.
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