Eduardo / Florido

Septiembre pone a prueba la fe de Sampaoli

El voleón

12 de septiembre 2016 - 01:00

SI hay una cosa que está clara, es que Jorge Sampaoli tiene claro lo que quiere. Otro asunto es que sea capaz de ejecutarlo. El peculiar entrenador contestó con otra autoafirmación -no es la primera- cuando se le preguntó por el incómodo runrún que manifestó Nervión antes del agónico y victorioso final ante Las Palmas. "Yo no tengo dudas, las que tenga la afición son cosa de la afición", dijo sereno. Es digna de elogio tal fe en su propio ideario.

De aquí al 1 de octubre, el Sevilla de Sampaoli tiene seis partidos que deben definir su rumbo. Juventus, Eibar, Betis, Athletic, Lyon y Alavés, antes del próximo parón, serán seis piedras de toque para encumbrar al técnico o hundirlo en ese mar de dudas que rodean no sólo su forma de ver el fútbol, tan atrevida como romántica, sino el proyecto mismo de un Sevilla que ha realizado la mayor inversión de su historia.

Detrás de los pitos a Ganso, precoz chivo expiatorio de un lunar demasiado obvio en la planificación, está el recelo de una afición que ya no se traga tan fácilmente el discurso del modelo de compraventa sino con resultados sobre el césped. Y esto han de entenderlo el club y el técnico para asimilar la lógica incertidumbre del respetable. Que un debutante en un estadio sea pitado tan pronto es bastante significativo, como es humano el excesivo elogio al que pudo venir y no vino.

Pedir paciencia en el fútbol es como pedir hablar a un bebé. El fútbol, por muy mercantilizado que esté, no es para el aficionado sino una vía de escape. Y la paciencia la tiene cada cual con quien tiene que tenerla... Por eso Monchi, perspicaz, pidió confianza y no paciencia. Ocurre que justo esto último, la paciencia, es lo que requiere montar un proyecto tan revolucionario. Sampaoli, para encauzar su idea en este mes de trapío, al menos sabe lo que quiere, y eso es mucho. Vitolo, Sarabia y Carlos Fernández se encargaron de rearmar su fe.

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