Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
España es un país maravilloso que deja las llaves del gobierno de su casa a Puigdemont. Somos así. No entrevistamos a la canguro que se hará cargo de los niños porque nos pueden más las ganas de salir de fiesta. Somos una nación temeraria. Hay opciones de corregir el desaguisado, pero no somos Alemania ni parece quedarnos nada de nuestra gran y principal obra: la Transición. Hemos tenido en el Gobierno a vicepresidentes que cuestionan aquel gran pasaje de nuestra Historia, indudablemente un milagro, visto lo que ha ocurrido después. España es una gran nación que hace depender su estabilidad de un delincuente que se niega y se jacta de no dar la cara ante los tribunales, cuando a usted le embargan la cuenta bancaria si deja de pagar la hipoteca, el sello del coche o el recibo del IBI. No pasa nada.
A lo mejor es que simplemente tenemos derecho a nuestras contradicciones, debilidades, vicios y peligrosas querencias. España es idónea para vivir, emprender, disfrutar de un gran clima y todo lo que nos cuentan en los vídeos promocionales cuando queremos relanzar nuestra marca o acoger acontecimientos internacionales, pero tragamos de lo lindo cuando se trata de dejar que ciertas minorías, siempre las mismas, abusen y despotriquen de un país del que no tienen reparos en trincar de su presupuesto. Debe ser que en el fondo, muy en el fondo, nos sentimos superiores, muy superiores. De otro modo no se explica que nos puedan más el odio, la animadversión o la tirria al rival directo que dejar depender nuestros intereses de una formación que maneja un delincuente, sin olvidar a los blanqueados partidos legatarios de la banda terrorista o a los nacionalistas de guante blanco y misa de domingo: a Dios rogando en los templos vascos y con el mazo dando en Madrid.
¿Es o no es maravillosa España? La papeleta del rey Felipe es ahora tremenda. Imaginen al monarca preguntándole a Sánchez en el salón de la Zarzuela: “Y usted, que se quiere presentar a la investidura, ¿qué apoyos tiene?”. Y ese Pedro Sánchez enumerando lo mejor de casa por las que hilan: la Diputación de la Grandeza de España, las históricas órdenes militares, las reales maestranzas... ¡Cómo será la cara del Rey de España cuando oiga la letanía de Bildu, Junts por Cataluña, ERC... "Me apoya Puigdemont. Es muy bueno, Majestad". Menudo papelón... y menudo elenco de apoyos. España es una maravilla y no nos damos cuenta. El Gobierno de Sánchez es legítimo. Y el que forme también lo será. Eso los demócratas no debemos discutirlo. Pero tenemos derecho a la náusea por mucho que la economía vaya bien. Y siga creciendo.
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