¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
El conflicto entre los seguros de Salud y sus médicos se está eternizando. Las partes están muy alejadas en sus puntos de vista; no se atisba la posibilidad de acuerdo. En estas, los desencuentros suelen resolverse por agotamiento. Claro que, en este caso, el agotamiento tiene consecuencias directas para el modelo de negocio.
Podría plantearse que el modelo de negocio de las aseguradoras es la extensión de las pólizas a buena parte de la población a través de ofertas competitivas. En plata: pólizas baratas para todos. A ello contribuyen una ciudadanía desesperada de la Sanidad Pública y la crisis demográfica de algunas especialidades médicas.
Podríamos proponer que la relativa superpoblación médica en nuestro país en las últimas décadas ha sido un freno para las reivindicaciones salariales. Y esta baja remuneración favoreció la expansión de los servicios sanitarios, tanto en el Sistema Público como en la Sanidad Privada.
En esta última, la manifestación de lo dicho más arriba fue la congelación de la retribución por acto médico desde el principio de los años noventa. Se ha calculado hace poco que ello ha conllevado una devaluación progresiva del acto médico, situándose ahora aproximadamente en un 40 por ciento de lo percibido al inicio de la congelación. Las necesidades de mantener unos ingresos llevaron a muchos profesionales a multiplicar los actos médicos, dividiendo, eso sí, el tiempo de dedicación. Ello ha implicado: ejercer a volumen y deprisa, perdiendo, en buena medida, estándares asistenciales y, peor aun, la dignidad debida del acto médico.
Estos han sido los mimbres de la expansión de las pólizas de Salud a bajo coste. Y, como en la Sanidad Pública, los altos gerentes y responsables jamás se imaginaron que faltaría mano de obra.
Pero pasó; está pasando. Ya nadie lo discute.
La Sanidad Privada está desprestigiada. Es algo palpable. Muchos profesionales se van jubilando y los gerentes de área no encuentran sustitución, o lo hacen a duras penas. Estos saben, reconocen que la congelación de las retribuciones ha traspasado el límite de lo ridículo. Ello no obstante, se afirman incapaces de alterar la realidad, ante los cálculos de unos gestores situados muy-muy arriba.
La Sanidad Privada está en entredicho. Es un rumor de todas las salas de espera. Nos lo comentan nuestros pacientes: no puede ser que una visita médica rinda diez o doce euros netos al profesional. Es que es de risa, oiga. Ganas dan de colgar la bata y dedicarse a cualquier otra cosa.
En cualquier caso, este modelo de negocio huele a muerto: muchos profesionales se jubilan y otros muchos abandonan la Sanidad Privada en el momento en que amarran un contrato en la Pública. Porque en esta, al menos, uno tiene vacaciones pagadas, dos pagas extraordinarias y derechos sociales. Y no están los tiempos para el pluriempleo. Al menos, de este modo.
Quo vadis, Sanidad Privada? ¿Qué modelo de negocio quieres adoptar, cuando esto que venís haciendo se antoje un lugar donde nadie quiera entrar y los pocos que estamos busquemos la salida? ¿Acaso os suenan las palabras "liderazgo", "prestigio", "trayectoria", "calidad", "experiencia" o "atención personalizada"? ¿Os parece de recibo que una persona enferma contacte con "las mejores manos", como anunciáis, a doce euros netos la visita?
Este, y no otro, es el brete de tantos gestores de por ahí arriba. Gente haciendo cábalas, calculando, por ejemplo, si subo unos céntimos por aquí, cuánto tendría que subir la póliza y, por tanto, cuántas pólizas dejarían de renovarse.
Pero siempre hay espacio para la innovación. Para la originalidad. Y para la osadía. Para gente que, ante este dilema irresoluble en apariencia, pueda ver una oportunidad de negocio. En efecto, un gestor audaz con buena capacidad de comunicación podría aprovechar el momento para hacer al colectivo profesional "una oferta que no podamos rechazar". Una oferta con la que miles abandonarían mañana mismo condiciones indignas para apuntarse a un nuevo barco que les dé otras expectativas. Una propuesta que dejaría consultorios vacíos para trasladarse a otro lugar, con otras condiciones. Lo que busca el paciente. Y lo que el profesional quiere dar. Más tiempo para ambos. Una apuesta por el talento y la experiencia. Por el prestigio, vaya.
El terreno está abonado: profesionales y pacientes lo esperan, todos a una. Basta con que aparezca un visionario con los pies en la tierra. Uno que conozca el sector y su endiablada situación. Uno, por tanto, capaz de ofrecer una propuesta justa. Una opa hostil al sector. Y la idea es gratis.
También te puede interesar