¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
PASA LA VIDA
AUNQUE usted no la tenga, liquidez haberla hayla en manos de los que han amasado o heredado fortunas. Despliegan planes de expansión empresarial a velocidad de Fórmula 1 cuando la mayoría se conforma con no caer en la cuneta. Enrique Sarasola, Kike para los amigos, nacido en 1963, que fue jinete de hípica y es hijo del empresario que se hizo célebre por su amistad con Felipe González y por los negocios redondos que realizó en tiempos del pelotazo, ha creado una cadena hotelera llamada Room Mate que busca emplazamiento en el centro de Sevilla al hilo de su espectacular crecimiento nacional e internacional (México, Miami, Buenos Aires...). Siempre con tres o cuatro estrellas, a un precio medio de 100 euros.
Está barajando en Sevilla dos opciones: comprar un inmueble y rehabilitarlo para hacer de él un hotel de 40-50 habitaciones, o lograr el alquiler de uno ya existente y gestionarlo cambiándole el nombre y su diseño y decoración. Ofrecimientos no le van a faltar para tomar el dinero y correr... menos riesgos.
Dinero llama a dinero. En el proyecto, cuyo esquema de negocio que promedia por ciudad una inversión entre 600.000 euros o un millón, entró como accionista Rosalía Mera, multimillonaria desde que se separó de Amancio Ortega, dueño de Zara. Más participación tiene en la compañía el empresario Carlos Marrero, esposo de Enrique Sarasola. Los casó un concejal del PP en la Casa de la Panadería (Ayuntamiento de Madrid). Contigo pan y hoteles.
Tras la creación del Hotel EME Fusion por parte del Grupo Maireles, enclavado en un lugar de privilegio (la manzana de Alemanes con Placentines y Argote de Molina), Room Mate añadirá otra apuesta por un hotel de diseño muy moderno donde todo está pensado en clave de decoración de firma. Y la vida social de Sevilla incorporará de vez en cuando a su índice alfabético un apellido con gancho: Sarasola.
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