La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El jueves próximo expira el último plazo que Abengoa se puso para ejecutar su nuevo rescate financiero y evitar la quiebra, si no lo vuelve a ampliar, de acuerdo con bancos y fondos acreedores. Se supone que lo que está en juego es salvar Abengoa y lo que significa. Pero lo cierto es que la reestructuración financiera, tal como está planteada, sólo salva a la filial Abenewco1, que sí, que es de la que dependen todos los negocios, y por tanto el empleo, y posee los activos. En cambio, a la Abengoa histórica se le deja, en el mejor de los casos, como propietaria del 2,7% de la filial (ahora posee el 100%). Y eso si la sociedad, que ya está en preconcurso, revierte su desequilibrio patrimonial (-388 millones de euros) antes de diciembre. Para lograrlo proveedores históricos de Abengoa a los que se les adeudan 153 millones deben, al menos el 96%, convertir ese débito en préstamos participativos. Abengoa no informa de cómo avanza ese requisito. Y es que la operación es muy compleja, oscura incluso. Falta mucha información. Abengoa es una cotizada pero no ha entregado sus cuentas a 31 de diciembre de 2019 al regulador de los mercados. Ni ha hecho público el informe externo según el cual entró en desequilibrio patrimonial, por supuesta devaluación de activos. Faltan muchas explicaciones. Y no se dan pese a las consecuencias para proveedores y accionistas de Abengoa. Los últimos perderán su inversión incluso si la sociedad histórica no va a liquidación, que parece lo más probable. Y como desde julio la cotización está suspendida ni han podido vender los títulos, aunque fuese a precio de saldo. Muchos se han ido a los tribunales, al ver similitudes con Pescanova y Nueva Pescanova, caso que acaba de cosechar una condena de la Audiencia Nacional. En medio de ese marasmo jurídico-financiero, la operación pende de que la Junta de Andalucía ponga su parte: según la dirección de Abengoa se comprometió a prestar 20 millones. Sin garantías que se conozcan, pues la propia multinacional admite que no las ha negociado con el Gobierno andaluz. Éste peca de timorato. Está inmóvil mientras le atiza la oposición -PSOE- y la acción sindical -UGT- le señala en la huelga de hoy: no dudarán en culparle si este rescate se viene abajo. La Junta tiene la obligación de ayudar a salvar Abengoa, sí, pero no sólo Abenewco1. Por eso no entiendo que no explique que tampoco participa porque no hay garantías ni transparencia e información, más allá del instrumento legal. Quizás no poner el dinero acabe por salvar Abengoa, sacar a la luz la verdad y plantear otro tipo de rescate.
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