La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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en abierto
ELEGIR entre dos manjares puede resultar complicado para cualquiera, pero peor sería tener que hacerlo si todo lo que se oferta carece de valor. ¿Qué fue más mágico, el récord del mundo de 800 a cargo de un David Rudisha elegante, imperial, majestuoso, o la nueva exhibición de Usain Bolt para convertirse en una leyenda en el deporte mundial? Pues, como le contestaron una vez a cierto prócer, afortunadamente del pasado, "los dos".
Bastaba con escuchar las transmisiones televisivas para sentir la emoción que se vivió en el recinto de Stratford. El minuto y medio largo que estuvo Rudisha dándole las dos vueltas al estadio fue mágico incluso para quienes estábamos enfrente de un televisor disfrutando con el estilo impecable de este masai en cada zancada que daba. Era como volver a ver a Sebastian Coe o Steve Cram, tal vez éste más por altura y sus piernas largas, con esa elegancia innata en la carrera.
El récord mundial invitaba a aguardar unos minutos más para comprobar si Bolt era capaz de recuperar la magia. Y lo hizo, sobre todo cuando cambió en plena recta de manera increíble al ver que su amigo Blake lo ponía en peligro. ¿Rudisha o Bolt? "Los dos".
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