La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Lo dejamos ya para después de Navidad
Sueños esféricos
EL Sevilla jugó bastante mejor y remató más en Gijón que en Leganés. En Butarque disparó cuatro veces entre los palos -en tres llegadas, pues Nasri tiró dos veces en la acción de su gol- y en El Molinón acabó sus ataques en remates, a la portería o fuera, en veinte ocasiones. Al final, la única verdad absoluta, el gol, dictó sentencia y el ejército del general Jorge Sampaoli ve frenado su empeño de discutir el triunvirato de la Liga.
Para colarse en la cerrada lucha que van a librar Real Madrid, Barça y Atlético hay que tener un amplio ejército de centuriones sedientos de sangre. Y esa sed no se vio reflejada en el asedio de los últimos 45 minutos en El Molinón. Todo fue demasiado pulcro, como si el fútbol no tuviera su lado sucio. Triangulaciones, apoyos, paredes, circulaciones hasta abrir los pasillos hacia el área. Vistosa disertación que quedó hueca. Inocua. Los ejércitos triunfadores llegan, son inclementes y, si pueden, ni lo dudan: tierra quemada. Así hizo el Barcelona en ese prado asturiano (0-5) y así hizo el Real Madrid el sábado en Vitoria (1-4), mientras el Sevilla rumiaba su impotencia de regreso a casa. El Atlético, luego, se encuentra de repente con menos soldados que el enemigo en el Calderón pero aflora el instinto asesino de Yannick para resolver la batalla. Es otro nivel. El Sevilla no puede responder a esa fuerza militar. Sampaoli no está para ordenar cruzar ese Rubicón.
Y su equipo va por el buen camino. Está cuajando su cuarta mejor Liga de la historia. A un punto de las tres mejores. Lo aconsejable es que Monchi revise las carencias para mejorar el arsenal en Navidad. Un nueve que no hace falta que sea top, sólo que haga ruido en el área y aproveche el caudal que mana desde atrás. Y que algunos suplentes eleven el nivel para que no se resienta tanto el grupo por unas bajas, como pasó con Pareja y Escudero en Gijón. Así podrá combatir con ventaja ante Villarreal, sobre todo, Athletic y Valencia. Son sus enemigos naturales.
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