Réquiem por las revistas de viajes en el avión

Pagamos con el reloj, casi no hay cajeros, hemos perdido las publicaciones sobre viajes y nos damos la paz con un cabezazo

Esos licores de los días de Navidad

Soñamos con ese cava en vaso de plástico

Revistas de viajes.
Revistas de viajes.

21 de diciembre 2023 - 05:00

La pandemia nos dejó instaurados muchos usos y nos privó de algunas prestaciones, llamémoslas así. ¿Se han dado cuenta de que ya no hay esas maravillosas revistas de paisajes y ofertas de viaje en los aviones? Al archivo con ellas. Hemos perdido las recomendaciones para viajar las islas griegas a las que acude todo el mundo. La propuesta para visitar esas ruinas romanas del Norte de África cuando lo más próximo que hemos estado de Itálica es el Ventorrillo Canario. Y el siempre atractivo viaje en el tren carísimo que pasa por Asturias y Cantabria con esos verdes que se admiran desde el vagón restaurante de camareros sonrientes y elegantes. En las consultas del médico privado, donde las esperas son más largas que para entrar en El Rinconcillo, hemos perdido esas publicaciones del corazón en las que todo el mundo salía mas joven porque siempre tenían fecha de varios meses atrás, todas evidentemente con los crucigramas ya hechos.

El otro día admiramos todas las revistas bien dispuestas en un quiosco de la Plaza Nueva, como siempre han estado. ¡Qué bonito es un quiosco con todos sus avíos! La Preysler donde debe estar: junto a los gusanitos, el coleccionable de turno y las baratijas infantiles. Qué difícil es encontrar un punto de venta de periódicos y revistas, casi tanto como una oficina bancaria con su cajero automático. El taxista prefiere que se le pague en efectivo y el zapatero no acepta tarjetas. Pero los cajeros para sacar billetes son una minoría. Nadie quiere ser vigilado por el Fisco. La pandemia nos ha quitado muchas libertades, muchas prestaciones, mucha vida que ahora, con el paso del tiempo, comenzamos a echar en falta. Por mucho que hayamos recuperado la normalidad, estamos en un tiempo nuevo que a veces no nos interesa reconocer, pero que existe. No solo hemos perdido los manteles y muchas barras de tabernas, sino que hemos modificado la forma de relacionarnos. El apretón de manos a la hora de la paz en las misas se ha reducido de forma importante, como el uso de las monedas. Nos da cierto escrúpulo darle la mano al desconocido. Hemos vuelto a la mirada y al cabezazo. Quizás sea más higiénico, ciertamente. Ahora, justo ahora, es cuando podemos hacer balance de todo lo perdido. Pronto veremos una tesis doctoral sobre la modificación de la vida cotidiana por efecto del Covid-19. Y aparecerá desde el descalabro de la sanidad pública hasta el uso del dinero en efectivo. Ahora se paga hasta con el reloj, poniendo el antebrazo como el que va a echar un pulso en el casino. Y los comparecientes públicos beben directamente de la botella. A morro se llama.

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