Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
EL mayor yacimiento de empleo de la Andalucía deprimida del millón de parados depende, ay, de las elecciones autonómicas del domingo 25. Docenas, cientos, de cargos públicos o empleos por designación traducen los números del resultado del escrutinio en la posibilidad de continuar en sus puestos de trabajo o mantener el estatus de don fulano al llegar al despacho cada mañana. En su defecto, el cambio probable implica que haya aspirantes a pares para tanto sitio público, tanta dirección de empresas, tanto organismo e instituto, como se tendría que ocupar en el caso de que el partido tory obtuviera mayoría absoluta pasadas las elecciones del día de San Dimas, que como todo lector del Catecismo sabe era un ladrón que se hizo bueno a última hora.
El cesante del XIX se ha vuelto posmoderno, global. Si en la época de Pérez Galdós escrutaba las posibilidades del cacique partidario, ahora abre perfil en Linkedin, red social dedicada a multiplicar las posibilidades laborales. Triste España ésta donde hasta los recovecos más extraños de la Administración dependen de amistades, concesiones, dedos. Mérito, capacidad y publicidad, dónde estáis que no se os ve.
El challenger Arenas ha prometido reducir los delegados provinciales, una figura que se creó vulnerando de forma flagrante el primer Estatuto de Autonomía, que decía que la representatividad territorial de la Junta en las provincias correspondía a las diputaciones. Una gota de agua en el mar, una lágrima bajo la lluvia. Los asesores cargan con la mala fama en una Administración que ha puesto por libre designación hasta a los altos cargos de los ambulatorios.
El PSOE tiene un problema de desequilibrio entre demanda y oferta. El PP, si gana (que no ha ganado), entre oferta y demanda. Los unos están tan acostumbrados a vencer como los otros a perder. Para unos, el despacho es una patria. Para los que quieren mandar, un mito. Desde lejos se ven las aletas de tiburón nadando en círculo sobre la presa en forma de salario a costa de los presupuestos generales de la comunidad autónoma.
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