Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
CRÓNICA PERSONAL
COMPARECIÓ Rajoy ante los periodistas con cara de haber resuelto todos los problemas o de haber sentado las bases para resolverlos. Se le veía satisfecho por la "carta blanca" de sus compañeros de Ejecutiva, a los que había anunciado previamente que las negociaciones para el pacto de investidura -e insistió ante la Ejecutiva de que, a su pesar, era solo un pacto de investidura- las iba a llevar personalmente. Quizá con la ayuda de alguien más, pero él llevaría las negociaciones.
A pesar del optimismo relativo que se advertía en Rajoy, han quedado en terreno resbaladizo dos cuestiones que impiden que se pueda dar nota alta al resultado de la reunión del PP. Una, que como explicó Rajoy y corroboró posteriormente algún compañero de Ejecutiva, no se debatieron las condiciones de Ciudadanos, a pesar de que Rajoy había dicho previamente que la reunión de la Ejecutiva tenía fundamentalmente ese objetivo: debatir sobre la propuesta de Ciudadanos. Segunda cuestión mal resuelta: Rajoy ha anunciado que pretende hablar con Pedro Sánchez sobre la fecha idónea para la investidura. Yerra el presidente en funciones y candidato a la Presidencia: la fecha debe fijarla el candidato de acuerdo con la presidencia de las Cortes, no con el líder de la oposición. Lo que contaba después un miembro de la Ejecutiva es que Rajoy había explicado a los miembros de su partido que quería plantear a Sánchez que la fecha debía ser a finales de agosto o primeros días de septiembre, para no interferir en las campañas del País Vasco y Galicia, que celebran sus elecciones el 25 de septiembre.
Si es así, Rajoy no se ha expresado bien ante los periodistas, y ha provocado además una irritación considerable, con razón, en Pedro Sánchez, que ya anuncia una moción parlamentaria y exige que Rajoy fije fecha en 48 horas. Ha tenido días mejores el presidente del PP. Más concretos. Con su ambigüedad sobre la fecha de la investidura, calculada o no, ha dado alas al secretario general socialista, que incluso podría apuntarse el tanto de obligar a Rajoy a fijar fecha de la investidura al exigir que lo haga cuanto antes.
Seguimos mareando la perdiz, y en la mano de Rajoy estaba dar de una vez la vuelta de timón que todos esperan y poner en marcha el procedimiento de investidura y negociar veinticuatro horas sobre veinticuatro, con Rivera y con Sánchez, sin levantarse de la mesa, hasta conseguir los apoyos necesarios para ser investido. Después, una vez formado Gobierno, si logra formarlo, ya llegaría el pelear día a día para sacar adelante las reformas que necesita España, los acuerdos a los que se habría comprometido para la investidura, y echar a andar de una vez.
No está el patio como para andar debatiendo cuestiones menores, con quién hablo y cuándo. Es hora de poner fecha al debate de investidura, negociar hasta la extenuación y acabar con esta situación, pésima para todos los españoles.
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