La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Mi hija Reyes se pone el mantón de seda bordado, regalo su abuela, que mi madre heredó de su tía Pilar, que murió de tifus a los dieciocho años, a principios del XX y que su padre le había traído de ultramar a su casa de Cádiz, antes de haber perdido las bodegas y los ingenios de azúcar, tras la guerra de Cuba. Y si lleva ese mantón bordado de China en la feria de Sevilla es porque hace exactamente quinientos años, un español, vasco, de Guetaria por más señas, tuvo la audacia y valentía de querer circunnavegar la tierra que se globalizó por vez primera. A las órdenes del héroe portugués Magallanes, bajo el auspicio de la Corona Española, atravesaron el océano más grande del mundo, el Pacífico, y otro español universal, Andrés de Urdaneta, descubrió, años después, la vía de regreso y los galeones de Indias surcaron de ida y vuelta esta inmensidad tornándose en el "Lago español", transportando sedas y especias y abanicos y marfiles... la América Española es un hecho que nos conforma, desde entonces no somos inteligibles sin esos vínculos de ultramar. No hay palabras que puedan ponderar con exactitud tanta heroicidad y tanta grandeza. Es hoy inexplicable cómo unos doscientos cincuenta hombres se aventuraron a tal odisea. Cuando esto escribo, el sol se pone tras el Coto de Doñana y desde Sanlúcar puedo ver llegar sólo una nao con diecinueve hombres enfermos y débiles que han rodeado por vez primera el mundo conocido. El hombre cuando cree en sí mismo es capaz de grandes proezas. Sacrificios extremos, voluntad férrea, impulsos aventureros, grandes esperanzas, ánimo de triunfo, deseo de ser el primero, descubrir lo inexplorado... esos sueños admirables han sido el motor de la humanidad. Es hora de celebrar esta epopeya mítica. Nuevos nombres: Tierra de Fuego, Pacífico, Patagonia, han quedado para la posteridad. Sin embargo, nadie hoy lleva el lema que ennobleció al navegante: Primus circumdedisti me. Murió pocos años después en otra expedición al Maluco junto a varios de sus hermanos y sin descendencia que le sucediese. ¿De qué pasta estaban hechos? Rico, reconocido, ¿por qué se embarcó de nuevo en otra peligrosa aventura? No es propio de un héroe morir en su cama. No queda nadie heredero de aquellos tiempos gloriosos... pero sí, un eslabón nos une, Su Majestad Imperial reinaba entonces sobre esta misma vieja piel de toro y hoy, un descendiente directo de este continúa con esa línea que nos une vinculados en la sangre y que nos representa a todos a través de la memoria y las generaciones. El Rey de España presidió el desfile naval que conmemoró estos hechos, en él estamos todos, disueltos en las generaciones de aquellos que regresaron... Mi hija lleva hoy un mantón de Manila en cuyos flecos se enreda la historia de España, y un monarca navega por donde regresaban aquellas naos y galeones... Por eso en estos días, sin grandes aspavientos, pero orgulloso de nuestro pasado, muy para mis adentros, susurro, íntimamente, estas palabras: viva España.
También te puede interesar