¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Sevilla/Cuando Zoido ejercía de líder de la oposición en el Ayuntamiento invitó al ministro Rato a vivir la Navidad en Sevilla. Todavía no eran tiempos de corrupción en el PP y veíamos a don Rodrigo como motor del milagro económico. Muchos nos preguntamos entonces qué tenían de especial las pascuas en la ciudad, más allá de la visita siempre recomendable a una serie fija de Nacimientos. La iluminación no era ni mucho menos tan especial como ahora, aunque Antonio Silva, en sus tiempos de director general de Fiestas Mayores, fue el primero en apostar por un alumbrado original en algunas calles. El mapping no existía ni en los planes. Estaban las figuras del Belén municipal en la Plaza Nueva, donde robaron alguna oveja y desde entonces se instala en el Arquillo. Poco más. Rato se dio un paseo y se tomó unos calentitos en el Postigo, donde estaba el puesto de Ángela.
El modelo de Navidad masificada es muy reciente, impulsado desde hace diez años por el Ayuntamiento y potenciado por el turismo de bajo coste. Antes y después de que la Navidad pasara de ser una celebración de puertas hacia dentro a vivirse a tope en la calle, hay que reconocer que siempre ha existido una oferta de calidad y para todos los públicos en la Fundación Cajasol. Y, sobre todo, basada en el sentido puro de las fiestas, que no es otro que la conmemoración del nacimiento del Niño Dios. Estos días se ven las colas tradicionales (bien justificadas) para contemplar uno de los mejores Nacimientos que se instalan en la ciudad, sino el mejor y más esplendoroso. Hay también una atracción especial: la montaña rusa navideña, que consiste en un espectáculo de realidad virtual que finaliza con la contemplación del Misterio. Sigue abierta la exquisita exposición La natividad de Jesús desde las clausuras sevillanas. Y es un éxito el teatro del Palacio de los Reyes Magos de Oriente. Entra usted en la Fundación Cajasol estos días, admira tanta oferta tan diversa en un mismo edificio, y se da cuenta que año a año se ha creado un concepto que es la PuliNavidad. No falló ni en los años de pandemia. Centinela de la plaza por donde todos pasan y donde todo ocurre, Antonio Pulido está presente en la vida de la ciudad desde la atalaya de un edificio donde la cola real nunca se ve: la de todos los que quieren su sillón.
La PuliNavidad es una realidad que está ahí delante y que se fortalece con los años. Los gozos de diciembre la llaman. Incluso está en la memoria de los mayores que fueron niños que recuerdan el globo de regalo tras la visita al Nacimiento. La oferta de este año es de traca, la animación del convertido en Palacio Cajasol es una evidencia y la organización del público no la mejora ni la Guardia Suiza.
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