La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
No sé si la oficina antifraude de la Junta determinará que Miguel Ángel Guzmán puede o no ser alto directivo de una compañía sanitaria privada después haber sido nada menos que gerente del SAS (una etapa en la que firmó contratos por más de 43 millones de euros con hospitales y clínicas de la entidad que justo ahora le contrata) y posteriormente viceconsejero de Salud del Gobierno andaluz. Hay que tener menos vergüenza que un gato en una matanza, partir de alguna posición de supremacismo, creerse en posesión de alguna suerte de impunidad o tomarnos directamente por bobos cuando se usa una puerta giratoria en tan poco tiempo y de forma tan descarada. No me gusta un pelo ni ese movimiento ni que la presidenta del Gobierno firme cartas de recomendación para que empresas logren contratos del Estado, ni que los jueces se metan en la alta política y después vuelvan al juzgado, ni que los ministros se conviertan en fiscales generales del Estado o que pasen del banco azul al sillón de magistrado del Tribunal Constitucional. No parecen movimientos adecuados, ni apropiados, ni convenientes por mucho que sean lícitos o estén bendecidos por algún informe. Pueden ser hasta legales, pero no todo lo legal es ético ni aconsejable. Sorprende que la clase dirigente no se moleste ni en respetar los tiempos, ni en disimular. Son unos desahogados que en casos similares te dicen que mientras el personal no cometa ilegalidades, ¿qué es eso de la ética?.
Hemos normalizado la dureza del rostro como rasgo principal de la clase política. O de una parte ruidosa de ella. ¿En qué cápsula vive gente que pasa del Consejo de Ministros al máximo tribunal? ¿En qué burbuja habita quien facilita 43 millones de euros públicos a una empresa por la que ficha ahora como directivo? ¿No sería aconsejable que la mujer del presidente del Gobierno fuera más prudente? En demasiadas ocasiones conocemos historias propias de república bananera. No hay recato, falta clase. El Gobierno andaluz salió muy bien parado de la pandemia. El presidente Moreno acabó limpio, sin rasguños y fortalecido de la crisis sanitaria que detuvo el mundo como nunca antes se había conocido. Debe ser cuando menos irritante que una maniobra tan burda como el fichaje del ex gerente del SAS y ex viceconsejero de Salud por el sector privado al que ha beneficiado provoque una polémica con eco nacional en un contexto de saturación del sistema sanitario en Andalucía. Solo falta Super Ratón y su gran ilusionante exhortación:“No se vayan todavía, aún hay más”.
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