La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
YA sé que solo es un espacio de televisión y que la vida es un carnaval, pero el programa de TVE para elegir por votación al “mejor” español de la historia es una completa estupidez y, por supuesto, esconde ese venenillo sectario que los actuales responsables del medio público inyectan a toda su parrilla. Mezclar, y por tanto igualar, en una misma lista a genios universales como Cervantes, Goya, Velázquez, Lorca, Ramón y Cajal o Severo Ochoa con personajes como Julia Otero, Mercedes Milá o Ángel Nieto solo se le puede haber ocurrido o a un absoluto analfabeto en cuestiones históricas (en España abundan) o a un listillo que quiere arrimar el ascua a su sardina. Estamos, digamos, ante una especie de gran y última parodia catódica de ese igualitarismo mal entendido que algunos nos quieren meter con calzador. Al fin y al cabo, si Gerardo Pisarello ha llegado a presidir la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados de su odiada España, ¿por qué no va a ser Matías Prat Jr. el mejor español de la historia?
De la lista sorprende muchísimas cosas. Por ejemplo, la inclusión en la misma de Dolores Ibárruri, alias La Pasionaria, una estalinista furibunda (que le pregunten a Jorge Semprún), colaboradora intelectual en la muerte de miles de españoles que los responsables del bodrio televisivo pretenden colar como “símbolo de lucha y de resistencia”. No lo fue, desde luego, contra uno de los regímenes más criminales de la historia de la humanidad, al que apoyó y del que vivió.
Otro asunto que llama la atención es la inclusión de algunos futbolistas y la ausencia absoluta de toreros, con lo que el programa demuestra un enorme desconocimiento de las pasiones del pueblo español en el pasado. Ni Iniesta (pese al bendito gol que nos dio el Mundial) ni mucho menos Casillas han supuesto para los ciudadanos de su tiempo lo que en el pretérito supusieron Joselito el Gallo, Belmonte o Manolete, auténticos mitos, incluso en nuestros días.
Aparte de los evidentes errores (ni Colón ni el Greco eran españoles, aunque dieron lo mejor de ellos en la Piel de Buey), la lista es frívola, caprichosa y tramposilla, con guiños tontos y populistas, como incluir a personajes contemporáneos cuya fama actual no ponemos en duda, pero que aún no han aprobado ese duro examen que es el paso del tiempo. Gentes como Lola Flores, Emilio Aragón, Ferrán Adriá, Chicho Ibáñez Serrador, etc. pueden ser muy dignos o muy cachondos, pero desde luego no tienen el relieve necesario para ser considerados “el mejor español de la historia”. Sin duda estamos ante el programa más memo de la historia.
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