Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
PASA LA VIDA
EL valor y el precio, eterno deshojar de margaritas que se abre paso en todo el santoral, y no sólo en San Valentín, como uno de los cruciales temas de este annus horribilis. Te cobro menos que ayer y más que mañana. Los sectores que le bailan el agua al comercial día de los enamorados constatan que el amor a pan y cebolla, el que está de moda en las pasiones a dos velas, perjudica seriamente la salud de sus negocios. La patronal calculaba ayer en Sevilla que sus ventas descenderán un 30% respecto al año pasado. Les queda mantener la esperanza de que hoy y mañana se reeditará el hechizo y la multitud arrobada acudirá rauda a sus comercios, librerías, floristerías o restaurantes para exprimirse por la media naranja.
Es tiempo de promociones imaginativas. Jamones Badía hace de lunes a jueves un descuento del 5% en sus productos a las personas que acrediten en caja su condición de desempleados. Un bar de Triana ha colocado, en los limpiaparabrisas de muchos coches aparcados en el centro, octavillas en las que informa de que pone la cerveza a menos de un euro. Reclamo similar hace otro bar en la calle Águilas. Ya era hora de desinflar el boom de precios en la barra de los bares desde que se auparon en el euro.
Pero quien se lleva la palma, por el momento, es Bertrand García. Uno de tantos franceses que ha sabido descubrir los encantos de Sevilla y ponerlos en valor mejor que muchos lugareños. Adquirió dos casas antiguas, una en la calle Doncellas (Santa Cruz) y otra en Fernán Caballero (junto a San Eloy) y las convirtió en pequeños hoteles de dos estrellas. Ahora ha decidido enfrentarse con la combinación más peliaguda. Por San Valentín ofrece que sea el huésped quien le ponga precio a su estancia una vez devuelva las llaves de la habitación y se vaya. Riesgo tiene que le usen una habitación como el sueño de una noche de febrero y le paguen a tenor de cómo ha ido la noche. Que del dicho al hecho hay mucho trecho.
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