La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
LA anterior legislatura fue extraordinaria porque debió amoldarse a una pandemia y a la erupción de un volcán, y ésta lo será por su carácter bélico, los socialistas se van al Vietnam y los cinco diputados de Podemos acaban de pasarse al Vietcong. El PSOE va a necesitar muchos mediadores y muchas mesas, casi un Ikea completo, para solventar los vetos del Senado, la rebelión del poder judicial, las pelusillas de los independentistas entre sí y ahora la transmutación de los cinco diputados de Pablo Iglesias, acomodados en el grupo mixto.
La diferencia de los 178 diputados de la investidura de Pedro Sánchez contra los 172 de PP y Vox se reduce a un solo voto –173 a 172–, pero hay que dar por hecho que los podemitas terminarán por votar en algunas ocasiones con el bloque opositor y se guardarán una carta para bloquear la legislatura. Sí votarán a favor de la ley de amnistía, porque han sido uno de sus precursores, pero su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado de 2024 pone en jaque la estructura vertebral del mandato. La mayoría absoluta se ha acabado.
Sumar ha llevado hasta la humillación su relación con el partido de Pablo Iglesias, vetó a Irene Montero en las listas, bloqueó el nombramiento de las ministras y el martes impidió que Ione Belarra interviniera en una comparecencia del ministros José Manuel Albares sobre la guerra de Gaza, pero Podemos es poco más que una persona que no aguanta la evolución de aquella otra a la que designó como su sucesora, Yolanda Díaz.
En resumen, que Iglesias dio en exclusiva que Díaz sería la candidata de Podemos e Iglesias da en exclusiva que Podemos se pasa al grupo mixto. Más allá de Pablo, no queda nadie de las direcciones de Vistalegre, los ha consumido, el partido morado no es el líder de la izquierda en ninguna comunidad, o son los comunes o es Compromís o es Más País o es Izquierda Unida. No es más que un aventurero con un olfato privilegiado para la agitación y la propaganda.
El PSOE tendrá que negociar cada ley con varios partidos –demasiados– y con dos personalidades tan peculiares como Carles Puigdemont y Pablo Iglesias. El PP no se equivoca cuando llama Gobierno provisional al de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz porque su debilidad ahora es extrema, tanto por la fuerza de sus contrincantes como por la naturaleza de sus aliados.
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