Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
PASA LA VIDA
LO más barroco de Sevilla no es la plata de sus procesiones sino la cultura de la indiferencia. La Orquesta Barroca de Sevilla tiene a Ventura Rico como hermano mayor y es uno de los mejores proyectos culturales que han surgido en la ciudad en los últimos treinta años. Literalmente es hija de la ciudad porque no es una criatura pensada en el despacho de un político que llega al cargo con ganas de pasar a la posteridad, o deseos de montar un chiringuito al servicio de artistas de cámara que piden el voto para su partido. La han creado excelentes músicos y profesores del Conservatorio Superior, curtidos en sus aulas con todo tipo de penurias y carencias. La OBS es buena y barata, se maneja muy bien en la escasez para afrontar desafíos musicales. Su éxito y su economía de medios la avalan en España y Europa. Pero en Sevilla eso no basta porque sus integrantes son independientes y no se les ve el rictus de ofrecerse como instrumentos de propaganda de un proyecto institucional.
De buenas a primeras, y con toda la programación articulada, Cajasol ha faltado a su palabra y, en lugar de apoyar a la OBS con 95.000 euros para 2010, les promete 65.000. Se pierde la perspectiva de que Sevilla requiere más actividad estable y menos efímera. De ahí la necesidad de consolidar estructuras: orquesta sinfónica, coro del Maestranza, etcétera. Si hay que seguir recortando en Cajasol la oferta cultural, es menos gravoso aplicarle el tijeretazo al ciclo internacional de música de cámara. Pero lo consideran un ciclo de la casa, que consiste en contratar a través de mánagers e intermediarios, mientras que a la Orquesta Barroca la perciben como alguien que llama a su puerta a pedir dinero. Basta cambiar el punto de vista para comprender qué es más importante en la Sevilla de 2010.
Si Paulino Plata, como nuevo consejero de Cultura, quiere entrar con buen pie en el mundillo cultural sevillano, tiene en la salvación de la Orquesta Barroca una buena piedra de toque. Con tanta experiencia en manejar descomunales presupuestos en Turismo, ¿qué son para él los 30.000 euros que ya no le va a dar Cajasol a la OBS? Seguro que convence a Mar Moreno, consejera de la Presidencia, de la que depende toda la subvención a la Fundación Barenboim-Said (que engloba la Academia de Estudios Orquestales y el Taller del Diván), para paliar el escandaloso agravio que supone, cuando los fondos escasean tanto, aumentar este año en 900.000 euros más (de 1,5 millones a 2,4 millones) la asignación a lo que comanda Barenboim, porque no encuentran patrocinios privados, y tener a la vez en la indigencia a quienes generan cultura y empleo desde una orquesta barroca. Y la culpa no es de Barenboim, ese es el estándar en el que se mueve a nivel mundial en cualquier lugar donde tiene las puertas abiertas una figura de ese calibre, un personaje que trasciende del ámbito musical por dar la cara en Oriente Medio aun a riesgo de que se la rompan. A quienes deben fustigar los culturetas andaluces es a las autoridades que tan mal reparten el dinero de los contribuyentes.
Si la OBS propusiera llamarse Orquesta Barroca de Andalucía, Cajasol Orquesta Barroca u Orquesta del Polígono Industrial Arte Sacro, seguro que sería mejor considerada con generosas subvenciones. Ya podría tocar en Castilla-La Mancha y el resto de Andalucía, serían carne de logotipo y campaña de imagen. Para mantener su nombre actual y no depender de los poderes fácticos, tendrán que conseguir la hazaña de constituir con miles de sevillanos una red social de amigos benefactores de sus formidables conciertos y discos, como los crownfounders que patrocinan películas de medio metraje con aportaciones de 5 a 10 euros. Así sea en el Maestranza como en El Salvador y en Los Bermejales.
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