La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La tribuna
EL ser humano, como persona inteligente, se ha puesto a disposición de la tecnología con el objetivo de valerse de ella para su servicio, y no son pocas las veces que aquella le ha cobrado un precio más o menos alto resultando dominado por ella. Afortunadamente no es la norma que la tecnología venza al hombre, antes al contrario, la humanidad la ha utilizado en su beneficio y se le debe gran parte de nuestro progreso; aunque es el pensamiento, la reflexión teórica en forma de hipótesis y teorías científicas la base del progreso humano y de su herramienta: la tecnología.
En las últimas décadas hemos asistido a un crecimiento tecnológico que a nivel popular parecía impensable. Estadísticas de 1996 cifraban en 25 millones los ordenadores conectados entre sí, cinco años más tarde ascendían a 140 millones. Estos avances han supuesto en los campos educativos, científicos, administrativos, comerciales, industriales, defensivos, etc. un indudable apoyo en la mejora y calidad de las prestaciones y avances que en sus respectivas áreas han podido darse.
La red de internet y su utilización son, sin lugar a duda, un elemento indispensable para gran parte de nuestro desarrollo personal, profesional, científico y social. Pero navegar por la red es una práctica que requiere una instrucción, un aprendizaje y por supuesto una "educación" en el sentido de "comportamiento adecuado al momento y a la situación". Esta pareja de marineros vocablos -red y navegar- poseen connotaciones que nos ayudarían a comprender metafóricamente los peligros de las posibilidades. En el primero advertimos aspectos utilitarios de significación positiva para la satisfacción de necesidades: aparejo para sujetar, cazar, pescar… o bien conjunto de elementos organizados en nuestro beneficio. Aunque también encuadra connotaciones negativas: ardid o engaño para atraer a una persona (caer en su red). Navegar, vocablo funcional, conlleva la posibilidad de desplazamiento (por mar o aire), lo cual implica conocer y establecer relaciones nuevas y por ende crecer personalmente.
La red cono instrumento la podemos utilizar en uno u otro sentido, el valor de su utilidad dependerá de la habilidad que poseamos en su manejo, aunque dominar todos los factores que la rodean no sea demasiado complicado. Por su parte, navegar es una acción muy compleja y conocer todos los factores que en ella intervienen (saber leer el tiempo, los aparatos de navegación, los de propulsión, la preparación física, predecir acontecimientos a veces impredecibles) la convierten en una labor que requiere mucho tiempo de experiencias guiadas, de instrucción, de educación profesional y personal.
Una vez esbozada la reflexión sobre el navegar por una red informática, toca centrarnos en los posibles usuarios, en sus características psicológicas, sus expectativas, necesidades, deseos, o en sus fantasías. Cuando lo hace un profesional busca satisfacer necesidades profesionales o personales ligadas a su profesión. Se le supone formación para discernir y escoger lo necesario. Navegan por redes específicamente profesionales, tecnológicas o científicas, son conscientes de sus propias limitaciones y adecúan las ofertas a las posibilidades de sus demandas. Pero cuando el usuario es un adolescente las redes visitadas se alejan de lo profesional porque sus necesidades aún no han alcanzado ese nivel de preferencias.
La adolescencia se caracteriza por el descubrimiento de un mundo nuevo, donde todas las experiencias son enriquecedoras. A la necesidad de nuevas experiencias que le hagan vivir plenamente y sentirse cada día una persona diferente, más madura, se une la sensación de "falso dominio", creer que se tiene capacidad -física, intelectual o social- de dominar cualquier situación. El joven adopta comportamientos temerarios, se enfrenta a situaciones que cree poder dominar y aunque muchas veces sale victorioso, otras queda en el intento con la consiguiente frustración y sensación de impotencia o nulidad, preludio de las depresiones juveniles. A esta dimensión personal se le añade la social, las relaciones sociales son un instrumento para alcanzar su identidad personal y social. Quiere ampliar cada vez más su campo con nuevos conocimientos, personales, intelectuales, sensoriales, sexuales...
Y cómo no, las redes sociales de internet se convierte en el medio más eficaz para trascender, para ir más allá de sus propios límites cognitivos, sociales, geográficos -próximos o lejanos-. Sin embargo, varios estudios han puesto de manifiesto que las redes sociales de internet no han cumplido las expectativas de sus usuarios de establecer relaciones con otros niveles sociales diferentes a los propios, de acceder a otros sectores más elevados de los que partían. En el adolescente, la preocupación no es "ascender" sino "extenderse"; es decir, adquirir nuevos conocimientos personales que le proporcionen experiencias intensas, que le hagan vivir de forma diferente cada vez. Lo quiere probar todo cuanto antes.
Es preciso que el joven se someta a un exhaustivo aprendizaje en la utilización de "la redes", qué peligros entraña, tanto a nivel personal como social o profesional. Debe seguir las recomendaciones de la AEPD, para no revelar datos personales suyos o de conocidos, localizaciones domiciliarias, publicación de fotos, etc. que permitan o faciliten la ciberdelincuencia. Debe tener claro que no todo el "que se vende" por la red proporciona sus datos y características reales. En definitiva, seguir las instrucciones y enseñanzas que imparten los profesionales en sus respectivos centros educativos.
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