El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
crónica personal
EXTRAÑA palabra sorpasso, que ni siquiera está en el diccionario de la academia española. Ese vocablo extranjero está hoy en boca de todos los que siguen la política española, y no es difícil adivinar que debe ser la pesadilla de Pedro Sánchez. A pesar de que el secretario general socialista insiste y reinsiste -tampoco está en el diccionario RAE- en que ni se plantea dimitir la noche electoral si el Psoe es sobrepasado en votos y escaños por Unidos Podemos, en su partido promoverán su relevo para iniciar una nueva etapa con nueva dirección y una nueva estrategia que le permita recuperar la posición que siempre ha mantenido: primera o segunda fuerza, partido que gobierna o principal partido de la oposición.
Todas las encuestas, las últimas que se publican antes de las elecciones del próximo domingo, auguran que Mariano Rajoy ganará como candidato del PP, y que Pablo Iglesias dará un paso de gigante al convertirse en el partido más votado de la izquierda. Una posición inquietante, porque a pesar de su intento de disfrazarse de moderación e incluso definirse como socialdemócrata, Podemos es lo que es: un partido de izquierda radical, leninista, de origen chavista, con un programa inviable social y económicamente porque no salen las cuentas y que puede convertir este país en un infierno. Y será Pedro Sánchez el principal responsable del auge de Podemos, porque no ha sido capaz de ilusionar a la izquierda que votaba PSOE, porque ha debilitado su partido con un equipo muy flojo -con pocas excepciones- que pronto marcó distancias con las personas más capaces del PSOE, las que forman parte de la mejor historia socialista, y que además cometió el gravísimo error de dar cancha a Podemos al llegar a pactos de gobierno regional y municipal que ha provocado un importante desafecto hacia el PSOE en parte de los votantes que hoy "soportan" alcaldes podemitas. Como si no fuera suficiente error, Sánchez no descartó a Podemos como posible socio de gobierno tras las elecciones de diciembre, dando así carta de identidad a su programa y a los promotores de un partido que apenas tiene dos años de vida.
Tienen razón los que dicen que el único sondeo es el de las urnas, aunque es curioso que los que más lo repiten son siempre los que salen mal parados en las encuestas. Lo que pueda ocurrir el 26 de junio solo lo saben esas urnas, pero el resultado tiene mala pinta para el PSOE. Y no será porque le ha surgido un adversario sólido y riguroso, sino porque Pedro Sánchez ha gestionado mal el Psoe y lo ha convertido un partido desanimado y con sus referencias por los suelos.
Ha dado paso así a una fuerza populista que nunca tendría que haberse hecho con el poder municipal que hoy ostenta y al que Sánchez, antes de que le obliguen a hacer mutis por el foro, incluso podría llevar a La Moncloa.
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