Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nuestro maravilloso Elon
Todos los presidentes del Gobierno son caducos. Los seres humanos somos finitos. De no serlos haríamos ricos a los psiquiatras. Sufrimos un gobernante que ya ha sido suficientemente definido, que basa buena parte de su supervivencia en haber sabido interpretar con toda precisión cómo es buena parte de la sociedad actual: emocional, sensiblera, adicta a las series de intrigas por el poder, reflexiva solo por un tiempo limitado y que vive en un mundo pos-pandémico de tal forma que valora la supervivencia en el poder antes que el resultado de la gestión en ese mismo poder. Prueba de cuanto decimos es que un ministro del Reino de España afirme que Pedro Sánchez es el “puto amo” porque habla inglés. No es un dato baladí. La fuerza del argumento reside en la misma clave que aquellas galletas, geles para el baño y mata-cucarachas a los que en los años 80 y 90 se colocaba una etiqueta especial: “Anunciado en televisión”. Por el mero hecho de salir en la ‘caja idiota’ ya era un producto bueno, como todavía lo es hablar inglés en una España donde el bilingüismo constituye un valor añadido. Y nos lo creemos. Y nos venden el paquete. Hablamos inglés, estamos enamorados, tenemos que parar para reflexionar porque somos humanos. Todo, absolutamente todo, es la gestión de la mentira. Porque de la otra gestión, la de verdad, no puede haber nada. La tramitación de la Ley de Amnistía y las sucesivas elecciones (Galicia, País Vasco, Cataluña y europeas) han impedido cualquier iniciativa legislativa. Si el mandato es fructífero o no lo veremos en septiembre, como los malos alumnos. Mientras tanto, la buena noticia es que Yolanda Díaz es una política clarísimamente a la baja, que cuenta las consultas electorales por estrépitos y que acabará expulsada de las instituciones por la vía de las urnas. Díaz representa los rescoldos de un 15-M que vivió del cabreo de aquella terrible crisis económica-financiera. La izquierda a la izquierda del PSOE tiene su cuota, pero con un techo muy bajo y siempre que entre ellos no anden a la gresca. Cada vez se ve más claro que el principal mérito de este Pedro fue evitar que el PSOE quedara hecho un solar tras aquellas municipales de 2023 que enviaron a la oposición a muchos alcaldes socialistas, santos inocentes sacrificados en altar del anti-sanchismo, pero también que el ‘amado líder’ no ha sido capaz de arbitrar ninguna medida generosa que no pase por él, convertido en el salvador y exclusivo César, en el único león de la selva que por supuesto no pide permiso para rugir porque no consulta sus decisiones, en el castigador de estrechos colaboradores o en perdona-vidas según los intereses, en el administrador de su armario de disfraces cual Mortadelo de la política: rostro afligido de hombre abatido porque han aludido a la princesa monclovita, hombre con chaleco anti-balas para visitar frentes de guerra, hombre con cazadora mitinera para los telediarios de mediodía, hombre con estética de motero para visitar la Feria en Cataluña, hombre con gafas de sol como pasajero del Falcon…
Teatro, Pedro, lo tuyo es puro teatro. Eres un catedrático de la Habilidad idóneo para ganarte la vida en una universidad privada de esos papás deseosos de comprar la receta de la supervivencia en el mercado laboral porque han renunciado a confiar en el esfuerzo. Durarás, Pedro, lo que duran las marcas anunciadas en televisión. Y en España las únicas que los cuentan por décadas son el Corte Inglés y el Cola Cao. La vicepresidenta Díaz ha dicho al menos una gran verdad: ya es hora de gobernar. Y añadimos que también lo es de dejar de enredar, maquinar y culebrear. Somos finitos, hagamos cosas sustanciales. Más respeto por Mortadelo.
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