Pasa la vida: 'Máster en Desprestigio'

LA democracia universitaria tenía ayer una cita importante en la Olavide: elecciones a rector y tres candidaturas en liza. Sólo votaron el 8% de los estudiantes. Penoso. Justo cuando están más movilizados en el nombre de la educación pública, y protagonizan asambleas, protestas, manifestaciones, encierros y vigilias, no participan en una decisión que les incumbe y les afecta. Flagrante contradicción. Deben reflexionar. Al ser necesaria una segunda vuelta, pueden rectificar y no hacer el ridículo ante la sociedad. Paralizar las clases para tomar partido en la política educativa, y a la vez no intervenir en el proceso electoral, les desprestigia a ellos y a la universidad. Si se pasa de las urnas, se pasa de la democracia.

Tanto en la Olavide como en la Hispalense, hay muchos jóvenes bienintencionados que viven con alborozo esta agitación. Siempre es mejor tener inquietudes que ser un pasota. Pero no es condición suficiente para acertar porque el caudal de esfuerzos puede estar mal enfocado y provocar consecuencias contraproducentes. Recortar de modo tan prolongado la actividad universitaria al final del curso es perjudicial para quienes dicen que su futuro en las facultades está en peligro por los recortes del ministro Wert. Y son muy dañinas para la educación, y para la democracia, las amenazas y coacciones que se están viviendo en facultades como la de Medicina, donde se votó en contra de parar la actividad. Alumnos de Sexto, muy perjudicados por la acumulación de siete exámenes de fin de carrera en sólo dos días, al posponerse los ya programados, denuncian que hay alumnos huelguistas dispuestos a organizar piquetes para que nadie entre en los exámenes. ¿Eso es luchar por la educación pública y por los derechos del estudiante?

Que las universidades sevillanas sean las de paros más prolongados, es un liderazgo que se volverá en contra de la sociedad sevillana. Quienes han dado alas a una dinámica que se les ha ido de las manos, son responsables del Máster en Desprestigio.