Pilar Cernuda

'Papeles de Panamá'

Crónica personal

Un centenar de periodistas ha desvelado que decenas de personas relevantes crearon sociedades 'off shore' para eludir impuestos. Picaresca que muestra poca solidaridad por parte de muchos a los que no se les va esa palabra de la boca.

05 de abril 2016 - 01:00

Ha habido un traidor en las cercanías del despacho panameño Mossack Fonseca, pero ha habido sobre todo un trabajo ingente de un centenar de periodistas de varios países, que han analizado con lupa los más de un millón de documentos que demuestran que ese despacho había creado docenas de miles de sociedades opacas por encargo de otras tantas miles de personas de todo el mundo, que querían aliviar la presión fiscal de sus países de residencia, y sobre todo ocultar la cuantía de su fortuna.

Entre los clientes del bufete panameño se encuentran algunos importantes jefes de Estado y gobierno, entre los que destacan Putin a través de testaferros muy próximos, reyes y emires árabes, el primer ministro de Islandia y familiares directos del presidente chino. Pero lo que provoca conmoción en nuestro país, como no podía ser menos, es que entre los que crearon sociedades en Panamá se encuentra Doña Pilar de Borbón, el cineasta Almodóvar -que sólo la mantuvo cuatro años-, Messi o la Real Sociedad. Y saldrán a la luz muchos más nombres en los próximos días. Algunos que ya han tenido que vérselas con la Agencia Tributaria, y cuentan quienes han tenido acceso a los Panamá Papers que aparecerán también varios vinculados al Íbex 35.

Pagar a Hacienda es una obligación ineludible, y por qué no decirlo, insoportable. Siempre quiere más, siempre exige más, aprieta y ahoga. El único consuelo es que con ese dinero que tanto cuesta pagar, se costean las infraestructuras, la educación, la sanidad, la seguridad, la Defensa, la Justicia y las prestaciones indispensables para vivir.

Defraudar a Hacienda a través de empresas off shore creadas especialmente para pagar menos impuestos puede ser un ejemplo de picardía, incluso habrá quien piense que tiene gracia. Pero dice muy poco de quienes utilizan esos subterfugios: no tienen un ápice de solidaridad, aunque a algunos esa palabra no se les va de la boca.

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