¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Dado que se dice que las palabras dirigidas por el papa a México han sido manipuladas, reproduzco el párrafo polémico: "Para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país. Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tantos mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran parte del Pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos, vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad…".
Los dos problemas mayores de este texto son su anacronismo políticamente correcto que abarca un arco temporal que va del siglo XVI (la conquista) al XX (los escándalos de pederastia) juzgando en el primer caso el pasado (además tergiversado: la leyenda negra) con criterios del presente; y su olvido de las luces a las que él mismo alude. Otros papas también reconocieron los abusos colonizadores, pero con rigor histórico. Benedicto XVI aludió en Brasil a "los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América"; pero puntualizando que "para ser justos" había que recordar "a los obispos, sacerdotes y laicos que se opusieron a la lógica de la espada con la lógica de la cruz" y "dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares incluso hasta el martirio".
No es el caso de Francisco. Ni una alusión a las luces, a los frutos de la evangelización, a las leyes de Burgos, la Escuela de Salamanca, Vitoria o las Casas. Las prisas por llevarse bien y la corrección política no son amigas de la verdad. Recuerdo las palabras de Kennedy: "El gran enemigo de la verdad no es la mentira sino el mito, que es persistente, persuasivo e irreal".
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