¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Pase lo que pase esta noche en las elecciones primarias, el PSOE de Andalucía se levantará este lunes con el mismo problema que arrastra desde que hace más de dos años perdió el poder: ha cedido mucho terreno político, le va a costar tiempo y mucho esfuerzo recuperarlo, y en estos momentos no es previsible que pueda ganar unas elecciones, se convoquen cuando toquen o se adelanten a fechas más o menos próximas. Los socialistas andaluces saldrán de la consulta de hoy rotos por la mitad. Los muchos cantos a la unidad que se puedan escuchar a partir de esta noche serán, simplemente, mentira. No están los tiempos para componendas. Si gana Susana Díaz, opción que no está ni mucho menos descartada, en San Telmo tendrá motivos para frotarse las manos: el principal partido de la oposición se queda desarmado y con un liderazgo totalmente amortizado tanto desde el punto de vista político como social. Lo que habrán hecho los militantes en ese caso, más que dar un cheque en blanco a la todavía secretaria general, es darle una patada en el culo a Pedro Sánchez, lo que puede tener consecuencias nacionales importantes. Si después de la debacle electoral de Madrid le tumban a su candidato en Andalucía, el liderazgo del presidente del Gobierno se verá cuarteado y recomponerlo no le será fácil. Seguirá teniendo un problema serio en Andalucía y, a diferencia de lo ocurrido hasta ahora, no dispondrá de mecanismos para solucionarlo.
Si la victoria cae del lado de Juan Espadas, Sánchez habrá ajustado cuentas con el pasado, pero la asignatura andaluza seguirá pendiente para el PSOE. El alcalde de Sevilla es un absoluto desconocido en Andalucía al margen de su condición de primer edil de la capital, la ciudad que concita todos los recelos y todos los agravios del resto de la región. Su primera misión será intentar restañar las heridas internas. Pero al mismo tiempo tendrá que peinar las carreteras andaluzas para hacerse perdonar el pecado original de sevillanismo. Y eso, además, sin abandonar la Alcaldía hasta que las elecciones autonómicas estén formalmente convocadas. Si logra resolver con bien este sudoku, Espadas tendrá genes de estadista que hasta ahora nos ha ocultado a todos.
Así las cosas, cabe extraer dos conclusiones, con independencia de lo que se vote hoy. Primera, el PSOE va a seguir sumido en una crisis interna de la que no es capaz de escapar y que está lejos de poder solucionar. Segunda, en el PP pueden estar tranquilos. Con estos mimbres es muy difícil que se les escape la Junta a no ser que comentan en los próximos meses improbables errores mayúsculos. Al final, la única incógnita que de verdad se va a abrir con este proceso es la del futuro de la Alcaldía de Sevilla. Sobre eso habrá que volver más adelante.
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