La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Aunque parezca precipitado y atrevido, quizás ya podría proponerse una opinión sobre el papel desempeñado por la prensa durante los acontecimientos políticos de los últimos días. Una opinión, claro está, sin pretensiones, consecuencia de conjeturas extraídas de la lectura diaria de poco más de media docena de periódicos de diversa ideología. Una lectura basada, sobre todo, en lo escrito por los habituales columnistas y otros colaboradores animados a manifestarse en tan crítica ocasión. No es mucho lo que cabe esperar de una apreciación improvisada y personal de este tipo, pero, de todos modos, tal vez convenga, desde un punto de vista cívico, arriesgarse a realizar apreciaciones que pueden considerarse alentadoras.
Para empezar, podría deducirse que la ofensiva propagandística oficiada desde la Moncloa ha tenido un efecto más bien limitado, incidiendo en sus votantes predispuestos, y en las muchas voces partidarias que gestionan y viven de los presupuestos gubernamentales. Esta autosatisfacción, manifestada en los enclaves políticos ganadores, no se ha transmitido de manera llamativa a la calle. Aparte de los profesionales integrados y comprometidos, en el mundo cultural no se han producido llamadas incitando al combate para aplaudir la investidura. Incluso en los cenáculos próximos al sanchismo ha predominado una actitud pudorosa y callada, propia de los indecisos que se ven superados por el descaro de los acontecimientos. En cambio, en el otro lado, la campaña de la prensa –no cautiva ni subvencionada– ha mostrado una calidad y una entrega acorde con la gravedad de la situación vivida. Tanto los periodistas del día a día, como las numerosas firmas invitadas, han explicado su desconcierto ante el espectáculo montado por el partido socialista. Unos y otros han desvelado la cínica maniobra del ya hoy presidente del Gobierno. Gracias a estas razonables páginas los lectores han sabido todo lo que estaba y está en juego. Hay que reconocer que la España que piensa y escribe ha respondido alarmada y consecuente. Una vez más, dada la inestabilidad reinante entre los tres poderes, la prensa de opinión ha sacado a relucir cientos de voces que han alertado con unos argumentos y alentado con otros. El cuarto poder ha cumplido, pues, con su misión: trasladando a la calle opiniones e interpretaciones de lo que pasaba entre los bastidores de los políticos. Precisamente, en unos momentos claves en que los partidarios de la investidura buscaban confundir, y la oposición parecía ausente.
También te puede interesar
Lo último