Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Sevilla/Que Andalucía es en la práctica una suma de ocho provincias más que una región en sí misma. Es un sello que no todo el mundo reconoce. Aquí no tenemos un espíritu nacionalista. Más allá de la célebre manifestación por la autonomía –a la que a algunos nos llevaron con cuatro años– no ha habido ningún motivo que nos saque a la calle de forma masiva, nada que nos vertebre como región más allá de la propia Junta, aunque existamos como tal, tengamos una historia rica, más kilómetros de costa que nadie, varios parques naturales, más habitantes que Portugal, una variedad de climas y hasta un desierto. Que Felipe González hizo la mayor apuesta por el Sur que se ha realizado en muchos años cuando decidió que la primera línea de alta velocidad en España uniera Madrid con Sevilla, lo que hizo posible que no nos quedáramos descolgados del resto de España durante sabe Dios cuantos años. Los andaluces nos subimos al AVE quince años antes que los catalanes. Que hay que leer, entre otros trabajos, la gran enciclopedia de Andalucía, las publicaciones del profesor Moreno Alonso y el libro Andalucía, ¿Tercer Mundo?, de Antonio Burgos, Hijo Predilecto de esta tierra. Que Europa nos ha metido millones y millones de euros y no terminamos de salir del furgón de cola de muchos marcadores, ¡ay la anhelada convergencia!
Hemos avanzado gracias a la autonomía, pero no lo suficiente. Los indicadores de España tienen que subir mucho, muchísimo, para que los nuestros comiencen a elevarse. Que estamos hartos de tópicos que nos ponen a todos a cecear, vestidos de flamenca, montados a caballo o como empleadas del hogar en los pisos del barrio de Salamanca. Que no todos los andaluces colocan una cabeza de toro en su casa, se visten de nazareno, ni van de cacería, aunque miles de ellos hagan todo eso y más cosas. Que Canal Sur no se puede ni se debe cerrar, distinto es que se deba mejorar, potenciar y redimensionar. Que el PSOE capitalizó el andalucismo e hizo muchas cosas buenas por esta tierra, aunque los escándalos, el desgaste y los errores acabaran con su desalojo del Palacio de San Telmo.
Que es absurdo plantear un debate sobre la fecha del Día de Andalucía, que de eso no se habla en la calle. Que embestir contra las figuras de Chaves y Griñán ya no da ningún rédito, los dos han pagado cara la irresponsabilidad de sus colaboradores y están pendientes de sentencia. Que tenemos que avanzar hacia un modelo productivo que no nos condene a ser receptores de turistas. Que la religiosidad popular conviene tocarla lo menos posible. Y que, al final, somos un pueblo acostumbrado a sufrir. Y eso curte.
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