Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
Escribía el jueves la compañera Amanda González de Aledo: "Un año y medio ha tardado un grupo de niños de las Tres Mil Viviendas en conseguir la biblioteca y sala de lectura por la que llevaban luchando desde septiembre de 2019. La Factoría Cultural del barrio les ha cedido un espacio que pueden usar todos los días e incluso los sábados hasta las 8 de la tarde, en una iniciativa apoyada por la cooperativa de madres Tres Mil Ideas". La mayoría de los niños, explicaba Alba Méndez, la voluntaria que lleva a cabo en el barrio una "biblioteca de calle" para niños, proceden de los pisos de Los Verdes, la zona más desfavorecida de las Tres Mil Viviendas, donde "tienen más dificultades que otros porque la pobreza es un bucle, aquí es más difícil conseguir las cosas y no siempre los que quieren estudiar lo consiguen".
Esta es la primera cuestión a la que todo debe ordenarse: la pobreza como bucle que se cierra sobre sí mismo haciendo difícil -si no imposible en muchos casos- salir de él. Hay entre nosotros niños que nacen condenados, como si estuvieran socialmente predestinados, a vivir dentro de él toda su vida, sin apenas posibilidades de encontrar la única puerta que les permitiría salir: la educación. En Filmin tienen Hoy empieza todo del recientemente fallecido Bertrand Tavernier, para mí su mejor película. Véanla. Y piensen en cuántos profesores y voluntarios dedican su vida hoy en Sevilla a la misma lucha, la más importante sin lugar a dudas. El maestro de la película dirige un colegio en un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia con un 30% de paro. En Sevilla padecemos un 25,21% y tenemos algunos de los barrios más pobres de España. Esta realidad se desdibuja en lo cotidiano más que en el fantasmal pueblo de la película. Pero los datos y la realidad son los que son. Según el último sondeo del Centro de Estudios Andaluces, el paro es el primer motivo de preocupación de los andaluces, muy por encima de la pandemia. Y la cuestión de los barrios marginales y del futuro de los niños en ellos se arrastra desde hace muchos años. Es una vergüenza para todos nosotros. Es un escándalo al que nos hemos habituado que en la segunda década del siglo XXI y en una ciudad del primer mundo los niños sean víctimas de la desigualdad primera y más brutal: la educativa que les impedirá romper el bucle de la pobreza y ser verdadera, no solo teóricamente, libres.
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