Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Hace muy bien el presidente de la Junta de Andalucía en advertirnos de las consecuencias de la sequía. Son preferibles los políticos que nos cuentan la verdad por desagradable que sea a los que tratan de vendernos el crecepelo de cada día. Estamos hartos de dirigentes que nos cuentan que concilian la vida laboral y familiar, van de compras los sábados y juegan a la petanca los domingos. Háblennos del gran problema de la falta de agua. Debemos estar preparados para las restricciones, una presión menor y hasta los cortes si fuera necesario. Ojalá no haya que tomar ninguna de estas medidas, pero mucho peor sería que nos las encontráramos de pronto y por sorpresa, sin que nadie nos hubiera alertado del problemón que se nos puede venir encima en plena temporada alta andaluza: la primavera. Mejor el presidente andaluz que advierte de un futuro adverso que el que nos cuenta que se graba el tatuaje de los 58 diputados. En Andalucía sabemos que el agua es escasa, por eso romanos y musulmanes nos enseñaron a conservarla: canales, acueductos, embalses, una trama urbana estrecha para combatir el calor... Todo aviso desde las instancias más altas es muy recomendable porque la generación blanda y políticamente correcta que ahora, según los expertos en la materia, siente “fatiga” y ni siquiera se molesta en ponerse la vacuna, debe estar preparada para que falte algo tan elemental como el agua.
Si Moreno logró la mayoría absoluta no fue por hacer gimnasia en su casa y presumir de elasticidad en las redes sociales, sino por la imagen de seriedad y responsabilidad que ofreció durante los meses de encierro. “¡El tío ha salido limpio de la pandemia!”, exclamaban en los despachos de Vox. Hay que concienciar a ocho millones y medio de andaluces de que nos puede faltar agua más pronto que tarde. Y eso es muy serio. Quizás sea el tercer frente más serio al que se enfrenta el presidente tras la listeria y el Covid. Porque del resbalón de la ley non nata sobre los regadíos de Doñana ha sabido levantarse con habilidad... Y el tiempo dirá si también con eficacia. Estamos demasiado hartos de los años en que nos prometían un ordenador por alumno, la cotización de las horas de trabajo de las amas de casa y el aire acondicionado en todas las aulas. Mejor que se hagan pantanos y nos preparen para el peor supuesto dentro de una previsiones racionales: hacen falta 30 días seguidos con lluvia o pasaremos un verano peor que el anterior. Recuerden que sufrimos cuatro olas de calor.
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