La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Desde mi córner
MUNDIAL en estado puro así que se llega a estos cuartos de final que en tiempos fue el muro donde solíamos estrellarnos. En esta ocasión, desgraciadamente ni siquiera estamos en ellos y para hoy se programa una doble sesión apasionante. Dos europeos frente a frente para que se cierre mediante dos sudamericanos en cada rincón, primero en Maracaná y luego en Fortaleza bajo la mirada inquietante de Velasco Carballo.
El Francia-Alemania nos retrotrae a treintaidós años atrás, que fue cuando estos ojos que ha de comerse la tierra vieron uno de los mayores espectáculos que me ofreció el fútbol. Aquel partido semifinal del Mundial 82 que tuvimos la oportunidad de disfrutar en Nervión sigue vigente en la retina y archivado en un lugar preferente de nuestro arcano, de forma que hoy se nos alegrarán las pajarillas pensando en que aquella bendición vuelva a pasar ante nuestros ojos.
Ambos llegan, no obstante, como en una trayectoria que fue de más a menos, pues ni Alemania volvió a aquel recital contra Portugal ni Francia ha repetido lo de la tarde goleadora frente a la coriácea Suiza. Pero un choque entre galos y teutones siempre da para mucho y si, además, se juega en Maracaná... Y cierra este viernes de pasión futbolera un Brasil-Colombia que tiene en vilo a todo ese gigantesco país que se olvidó de las algaradas por cuanto va ganando la canarinha.
Colombia le gusta a todo el mundo, su fútbol no sólo no tiene detractores sino que enamora, en particular ese James Rodríguez que, al parecer, ya balbuceaba el Hala Madrid en cuanto se le caía el chupete. La fiebre amarilla que acompaña al equipo de Felipao será más calenturienta que nunca, pues el temor a una derrota es tan grande que el temblor de piernas va in crescendo. Viernes de pasión entre enemigos de toda la vida colisionando por sobrevivir, nada menos.
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