Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Tribuna
ÉL siempre estaba allí. Le recuerdo sentado en la soledad del Estudio 2 de Torrespaña mientras amanecía en Madrid. De hecho, era imposible no oír su voz profunda cuando María Teresa Campos, Consuelo Berlanga y yo llegábamos a maquillaje a las siete de la mañana: "Buenossssss díasssss…". El maestro Jesús Hermida siempre arrastraba las eses finales para demostrar que ser andaluz es siempre más que un acento. Aquel programa se llamaba Por la mañana y tuvo el acierto de inaugurar la televisión matinal en España. Muchos de los que trabajamos hoy en distintas cadenas aprendimos allí el verdadero oficio de la televisión.
Recuerdo entrevistas memorables a Shirley MacLaine, Gorbachov o a Charlton Heston, verdaderas lecciones de periodismo donde Jesús Hermida conseguía la intimidad necesaria para la confesión del entrevistado tras relatar él mismo con qué ansiedad esperaba de niño que su padre, un pescador de Huelva, volviera a casa tras una noche de temporal.
Jesús era exigente pero también generoso. Aún guardo el reloj que me regaló. Porque él siempre estaba allí. Incluso, cuando nos sorprendía la noche preparando el programa del día siguiente. Le gustaba el campo, sus perros y la Semana Santa de Andalucía. Y confieso que me llamó en más de una ocasión para que le aconsejara si debía encabezar el apoyo para la reforma de nuestro actual Estatuto de Autonomía. Jesús Hermida fue mi jefe y mi amigo. Y todavía espero que llegue su siguiente crónica para seguir aprendiendo de él...
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