Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
NO solo Feijóo tiene motivos para la preocupación una vez que Pedro Sánchez ha conseguido revalidar la Presidencia del Gobierno. He aquí algunos (solo algunos) motivos para no conciliar el sueño, como Sánchez en sus buenos tiempos.
UNO. Más allá de la amnistía, el discurso de investidura de Sánchez fue un edicto de excomunión para la mitad de los españoles. No hay ninguna duda de que Pedro Sánchez es un presidente legal y legítimo. Tampoco de que, como él mismo dijo en su discurso, ha levantado definitivamente un muro que le separa de una parte importantísima de los ciudadanos a los que se debe como presidente. Un enorme error.
DOS. Estos días de protestas y rosas en Ferraz se han detectado preocupantes pulsiones antimonárquicas en la derecha más radical. No es una novedad en la Historia. La II República llegó de la mano de conservadores como Alcalá Zamora o Miguel Maura, y en la clase política franquista los vituperios contra los Borbones estaban a la orden del día. También en la derecha de la Transición. Volver a ese camino es otro inmenso error. El Rey, cuya actitud está siendo ejemplar desde el discurso del 3 de octubre de 2017 hasta la actualidad, representa la continuidad histórica de todo lo que la derecha española debería querer: la unidad nacional, el respeto a las instituciones y el Estado, la tradición mejorada por la reforma...
TRES. Aunque todavía no lo sepa, la izquierda ha desaparecido. Se ha convertido en una mera tropa auxiliar del sanchismo. Frente a la actitud leonina de Iglesias, Yolanda Díaz es un caniche fascinado por el poder y sus resplandores. Nadie quiere a Sánchez, pero todo el mundo le teme, como Robespierre. Y ya sabemos como acabó.
CUATRO. Vox y Abascal han perdido el rumbo durante esta investidura. Lo vemos incluso los que no estamos dispuestos a participar de su rentable linchamiento mediático y político. No ha habido golpe de estado y Sánchez no es Hitler. A partir de ahí hay razones de sobra para combatirlo sin denuedo. Como decía el padre de Espartaco, el toro siempre tendrá más genitales que el torero, por lo que hay que lidiar con la inteligencia no con la testosterona.
CINCO. La chulería con la que los independentistas de derechas e izquierdas hablaron a PSOE y PP en el debate fue intolerable. Están más que crecidos y saben que tienen la sartén por el mango. El responsable no es otro que Pedro Sánchez.
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