Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
HACE 16 años María Jesús Montero no estaba afiliada al PSOE, y hoy es la vicesecretaria general del partido y la vicepresidenta primera del Gobierno, un poder que sólo atesoraron como números dos Alfonso Guerra y Francisco Álvarez Cascos, desde su despacho en Moncloa coordina a todos los ministerios, pero para buena parte de los dirigentes y militantes socialistas andaluces es la mejor candidata para presentarse a las elecciones autonómicas en 2026. Esto es un hecho, otra cosa es la decisión que Pedro Sánchez adopte cuando llegue el momento, pero casi todo lo demás será perder el tiempo.
Montero es la única que pone nervioso a Juanma Moreno, ella sabe como pocos qué está sucediendo en el SAS y conoce las cuentas de la Junta; no se le escapa que, a pesar de la letanía de quejas y agravios, el Gobierno andaluz nada en un mar de ingresos, está gobernando con un fabuloso presupuesto que no será el de siempre. Cuando lleguen las vacas flacas, Moreno tendrá que haber puesto a punto la costosa maquinaria de la Junta, y si no fuese así, le pasará como a Susana Díaz, que fue la que tuvo que lidiar con los recortes que acometieron anteriores presidentes andaluces.
Pero Montero no quiere regresar a la política autonómica, es la ministra de Hacienda del Reino de España y, desde este viernes, la segunda del Gobierno, desde esa posición sólo se puede aspirar a hacerlo bien y a un buen retiro. Montero es fruto de Pedro Sánchez, no es que no sea válida –tanto Chaves como Griñán confiaron plenamente en ella–, pero el presidente del Gobierno la ha elevado y estará en condiciones de pedir a María Jesús lo que él crea que es mejor para su partido. Y para sus intereses.
La vicepresidenta se afilió al PSOE en 2007, ya había sido consejera de Salud pero nunca participó en la guerra de banderías internas, su discreción es inversamente proporcional al desparpajo con el que se expresa, hay asuntos que para ella no son negociables y Sánchez ha debido apreciar esta lealtad y su capacidad para el acuerdo con los socios de izquierdas, y es que la Montero andaluza es más roja que la otra Montero, aunque a diferencia de Irene dejó atrás su pasado de juventud revolucionaria. A Sánchez le ha negociado todos los Presupuestos Generales y tiene que enfrentarse al de 2024 en el ruedo del Senado. Complejo, allí se va a encontrar con Javier Arenas, a quien nunca estimó.
Juan Espadas, de momento el candidato para 2026, es de los pocos senadores que está encantado en el Senado, mi Juan (guasa sevillana) no se aburre, sale en las televisiones tanto como su tocayo Y Medio y está a lo que manden, pero el PSOE-A la quiere a ella.
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