¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
El fútbol español por fin ha perdido a Leo Messi, como perdió a Cristiano Ronaldo, los dos mejores futbolistas del siglo XXI. Nada ha sido por casualidad. Ni que estuvieran jugando en España, ni que se hayan marchado. Precisamente cuando es obvio que el país se ha arruinado (recuérdese la deuda), y que padece un creciente desprestigio internacional. Ya se ha terminado el milagro del fútbol español. En el extranjero no se explicaban que uno de los países más arruinados de Europa pudiera competir de tú a tú con los mejores equipos de la Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia, las grandes ligas europeas, todas de países más ricos.
Teníamos al Barcelona y al Real Madrid, que eran dos gigantes en lo económico, además de lo deportivo, hasta que han empezado a dar preocupantes síntomas de ser como esos marqueses que se quedan tiesos. El Barcelona, según su presidente Joan Laporta, ha reconocido una deuda de 487 millones de euros, fruto de la nefasta gestión anterior de Bartomeu. El Madrid, mientras todavía intenta fichar a Mbappé (que no brilló en la Eurocopa y sigue siendo un meritorio al lado de Messi o Cristiano), reconoce que llegan las vacas flacas, a pesar de los pelotazos que ha dado con las remodelaciones del estadio Bernabéu. Así que estos gigantes tienen los pies de barro y nadie confía en las sorprendentes recetas que ofrece Javier Tebas, con su plan para hipotecar el fútbol español durante medio siglo.
Cristiano y Messi aprovecharon una fiscalidad ventajosa que se ha perdido. El Gobierno de Zapatero permitió unas condiciones especiales para profesionales de elite extranjeros con una fiscalidad mejor que la de otros países. Se trataba de atraer a científicos, investigadores y cerebros de la tecnología. No sirvió para eso, sino que para las grandes fortunas del fútbol encontraran acomodo. Hasta que Hacienda empezó a perseguir a Messi, a Cristiano, a Neymar y a otros cracks, algunos de los cuales fueron juzgados incluso para penas de cárcel.
Uno tras otros se han ido. Messi era el mayor contribuyente asalariado de este país. Pierde el Barça, pierde la Liga y pierde Hacienda, que se queda sin sus millones. Aquí el único que tiene amigos jeques, como los del Paris Saint Germain, es el rey emérito, y ya ven. En este país se van los ricos y se quedan los pobres, y cada vez hay menos recursos para chupar del bote. Laporta dice que la culpa es de la Liga española. A Sánchez se le va Messi antes de reunir a la mesa de Cataluña. En el fútbol la pela es la pela. Aunque se disfraza con el fair play.
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