¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
Quienes en nombre de la memoria histórica denuncian la Transición y la Ley de Amnistía de 1977 como un enjuague que, en nombre de la reconciliación nacional, impidió hacer justicia a los crímenes del franquismo, no se cortan al defender que en nombre de una supuesta reconciliación y una supuesta paz en el País Vasco (¿paz? ¿acaso allí hubo guerra y no más bien terrorismo?) se excarcele antes de que cumplan sus penas a los etarras, se dé juego político a los ex etarras y a sus cómplices, y se iguale como víctimas a los asesinados por ETA y a sus verdugos. Repugna tanto afán de memoria y justicia para los crímenes cometidos hace entre 80 y 40 años, y tanto olvido y absolución para los de hace sólo siete y seis años: los guardias civiles Sáenz de Tejada y Salvá Lezaún y el policía nacional Puelles García fueron asesinados en 2009 y el gendarme Nérin en 2010. Sin olvidar que hay más de 300 asesinatos de ETA sin resolver y etarras fugados que deben dar cuenta de sus crímenes. Es el caso del recientemente detenido, y espero que prontamente extraditado para que sea juzgado, Joseba Gotzon Vizán González Potxolín.
Las largas investigaciones llevadas a cabo sobre el despacho del abogado y senador por Bildu Iñaki Goyoaga -detenido por su implicación en el intento de fuga de etarras de la cárcel de Huelva y encausado por integración en ETA, financiación del terrorismo, fraude y blanqueo de capitales- desvelaron la pista brasileña que permitió detener en Río de Janeiro al (presunto) pistolero de ETA Joseba Gotzon Vizán González en 2013. Liberado gracias a un hábeas corpus presentado por su defensa, el pasado viernes ha vuelto a ser detenido y se está a la espera de la resolución sobre su extradición. Está acusado de participar en 1988, junto con otros miembros del comando Vizcaya, en el atentado con bomba lapa contra el policía Manuel Muñoz Domínguez, que resultó gravemente herido; de intentar asesinar, poco después y por el mismo procedimiento, al agente José María Diéguez García; y de un intento fallido de atentado mediante lanzamiento de granadas contra una comisaría. Huyó en 1991 y ha residido en Francia, México y Brasil.
Espero que los de la memoria histórica, tan sensibilizados y empáticos con el dolor de las víctimas y la impunidad de sus verdugos, estén tocando las palmas por su detención y deseando que sea extraditado y juzgado… Pero no les oigo.
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