La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Sorpresa descomunal y pleno de la Premier cuando sea ya 1 de junio en el Metropolitano. Y es que después del espectacular volteo que el Liverpool protagonizó tras el 3-0 en el Camp Nou, no menos espectacular lo que los londinenses del Tottenham hicieron en el campo del Ajax, ese modélico Amsterdam Arena en el que se agotaron todos los frascos de las sales cuando Lucas Moura hizo lo que hizo sin que diese tiempo para contrarrestarlo.
Madrid habrá de blindarse ante el desembarco de esas mesnadas de hooligans que no dejan piedra sobre piedra. Es la cara fea de una final que no cotizaba en los corros de apuestas y que le ha propinado al fútbol mundial dos maracanazos de aúpa, quizás los dos que más han sorprendido en menos espacio de tiempo. Pero, como acuñó en su día el inefable Vujadin Boskov en una declaración tan obvia como todas las que ofrecía, fútbol es fútbol y aquí ya no cabe sorprenderse por algo.
Particularmente me gusta esa final entre dos emblemas de la Premier, pues lo cierto es que prefiero el God save the Queen con el adobo del Nunca caminarás solo que cantan los seguidores del Liverpool a la barahúnda de esteladas y espurias reivindicaciones que anegarían el Metropolitano. Sé que al prestigio, y lo que ello conlleva, del fútbol español le ha dañado que el Barça se haya tirado al callejón ante un toro que no se preveía tan peligroso, pero si no hay esteladas, mejor.
Si lo de Anfield el martes fue épico, con un equipo laminando al rival hasta echarlo del partido y de la Champions, lo del miércoles en el Amsterdam Arena, hoy Johan Cruyff Arena, fue una explosión de fútbol de verdad en la que la superioridad corrió por fases para que triunfase la tenacidad inglesa con un español y un brasileño a la cabeza, Llorente y Lucas. Y a veinte días de la final de la Champions, que gane quien lo merezca, y, aun sin esteladas, que no pase nada malo.
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