La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Hace tiempo que le hubiera dado la medalla no sólo a Paco Robles, sino a la razón de su vida, Lola Chaves.En la cultura de la cancelación, la inmediatez, la obsolescencia programada, el usar y tirar, la búsqueda del beneficio exprés, el codazo sonrojante en una caseta para alcanzar la posición de saludo a una ministra, como apreciamos en algunos personajillos la pasada Feria; el ejemplo de Lola nos parece el mejor, el más puro y auténtico, porque representa el de muchas personas buenas que hacen mejor esta sociedad al no huir de la adversidad, al afrontar la realidad y abrazar la cruz. Porque, sencillamente, están educadas en valores y no conciben otra forma de ser que la de estar a las duras y a las maduras. Conviene destacarlo en los tiempos que corren. Al escritor, al periodista, al amigo Paco le han dado la Medalla de Sevilla. Al autor de Tontos de Capirote, al fino analista del costumbrismo andaluz, al columnista ácido y romántico, duro y sensible, capaz de emplear la mano derecha y la izquierda en un mismo texto, al aficionado al desayuno de media con melva, al tertuliano de José Antonio Zamora y Antonio Casado...
El Día de San Fernando recibirá la Medalla de Sevilla quien se llevó un zamarreón justo cuando el mundo entero sufría el de la pandemia. Doble sufrimiento: el de Paco y el de la vida detenida para todos como nunca antes habíamos conocido. Y Lola no se paró. Cirineo imprescindible, fuerza de la naturaleza, sonrisa perenne, vitalidad de pila alcalina, mano templada en los momentos de irritación, bálsamo del paciente, luz en los momentos de desánimo. Con Paco, siempre con Paco por delante en el cumpleaños de un amigo, en la presentación de un libro, en un pregón, en una celebración familiar con vistas a la espadaña de San Juan de la Palma, en una mañana de Feria, en la orilla de una playa de Huelva... No tendríamos a Paco si no fuera por Lola. Tenemos a Paco gracias a Lola. Y eso me lo ha dicho Paco reiteradamente. Y a él le gusta que se diga alto y claro. Le hace feliz que todo el mundo lo sepa. Se trata de una historia de autenticidad, real como la vida misma, hermosa, bonita y con la que tantísimas personas se pueden sentir reflejadas sin salir de su barrio, de su calle, de su ciudad. Los mayores ejemplos de amor pueden estar muy cerca de donde uno vive o trabaja. Solo basta imaginar por un momento qué sería de muchos de nosotros sin la educación recibida, renta de la que seguimos viviendo; nuestros cónyuges o los escasos buenos amigos que la vida te regala. Paco es fuerte. Goza de la fuerza del amor. Hay personas que son pelícanos que te ofrecen el alma de sus entrañas en el momento oportuno. Esas, precisamente esas, son las imprescindibles. Son de medalla.
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