La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
PASADOS los primeros días de emociones fuertes –euforia o shock, según el caso, conviene aterrizar lo que significa este diáfano resultado electoral en los comicios al Parlamento de Andalucía del 19 de junio. Lo evidente es que el PP y el presidente Juanma Moreno han logrado el objetivo que se marcaron: aglutinar una amplia mayoría que les permitiese gobernar en solitario. Eso, siendo honestos, era tener una mayoría sin contar con Vox, porque la izquierda nunca ha sido alternativa a la reelección del presidente.
Tan importante como la consecución de ese objetivo es que el nuevo Ejecutivo de Andalucía gobierne para todos.
El presidente Moreno ha hecho gala de la moderación que le ha llevado a este éxito electoral y desde la misma noche de la victoria ha hablado siempre de mayoría suficiente antes que absoluta y de mantener su política para todos.
Creo injusto despreciar la transversalidad del ejercicio del autogobierno del que ha hecho gala el PP mientras ha gobernado en coalición con Cs describiendo su gobernanza como ayuna de ideología. Al contrario, la apuesta por un liberalismo igualitario –que conjuga el respeto a los derechos del Estado del bienestar con liberalismo económico y administrativo– es lo que han premiado los votantes.
Y es que, asegurado el respaldo parlamentario, el gran reto de Moreno es gobernar sin emborracharse de poder. Mantener el fondo y la forma de su ejecutoria mientras ha gobernado en minoría y en calición sería lo deseable.
Y hacerlo, claro, durante los próximos cuatro años sin caer en la tentacion de creerse legitimados para no escuchar a ningún otro grupo.
Esta mayoría sin Vox trastoca todos los planes que la izquierda tenía para la próxima legislatura, que ha errado en jugárselo todo a que la ultraderecha condicionase el Gobierno de Andalucía.
Es cierto que Juan Espadas lleva muy poco tiempo al frente del PSOE-A, pero no lo es menos que su liderazgo no ha activado ni a su otrora electorado ni mucho menos al propio partido, que ha vivido estas elecciones desde la depresión previa a la frustración de la derrota absoluta.
Mal haría el PSOE en no hacer una reflexión profunda y en tomar todas las decisiones que sean necesarias, con Espadas o sin él. Los síntomas son que no han asimilado este resultados. La bochornosa reacción de Adriana Lastra en la noche electoral es el paradigma de ello.
Habrá que ver cómo reacciona Vox, una vez que Macarena Olona ha dicho que se queda en el antiguo hospital de las Cinco Llagas (veremos hasta cuándo).
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