¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Sevilla/Cuánto hemos echado de menos sus sobres marrones o blancos comprados en la papelería de la calle Harinas, sus fotos en blanco y negro y las cuartillas con esa caligrafía picuda que te describe cada instantánea. “El cardenal Bueno Monreal en el balcón de Placentines contempla el Corpus de 1981”. “Luis Uruñuela de frac en la presidencia del paso de la Hiniesta”. “El alcalde Juan Fernández de chaqué con la corporación municipal se dirige a la Catedral un 15 de agosto”. “Toma de posesión de la junta de gobierno del Silencio con don Antonio Delgado-Roig de hermano mayor”.
El gran Jesús Martín Cartaya (Sevilla, 1938) ha estado ingresado muchos días, demasiados. Mientras tanto hemos sabido de una buena noticia: la cesión de su archivo de fotografías a la Universidad de Sevilla. Han sido muchos años trabajando con Jesús, siempre dispuesto a buscar esas imágenes del pasado más reciente de la ciudad que de pronto se vuelven de plena actualidad. Es el fotógrafo con el archivo más completo de la ciudad de los años 60, 70 y 80. Captó el avión en llamas de la Operación Clavel. Su saber estar le ha abierto las puertas de los sitios de más difícil acceso. Hasta estuvo una Madrugada en el interior de San Antonio Abad, hecho inédito que se sepa. Considerado el último mohicano de la Leica, la cámara fotográfica alemana que requiere algo más que destreza para su manejo.
El fotógrafo testigo por antonomasia, siempre ha estado donde la mayoría no acudía. Ahora está donde debe: en su casa tras recibir el alta hospitalaria, del que supimos por ese cirineo de lujo y custodio del azulejo de la Soledad en la Alfalfa: el historiador Álvaro Pastor. Ahora hay que llamar a Jesús por teléfono para contarle el entierro del cardenal, los triunfos de la feria taurina y el Rocío que viene. Sabe a gloria oír su muletilla: “¿Estamos?”. Y te entran ganas de pedirle fotos del Rocío de los años ochenta, del funeral de Bueno Monreal, del último Santo Entierro Grande y de todos esos asuntos que de pronto adquieren interés periodístico. “En dos días te dejo las fotos en el periódico”. Y esperas esas 48 horas y te encuentras con el sobre con las imágenes y la cuartilla con los pies de foto redactados con precisión. Y además te incluye algún detalle: la foto de un día en que te vio paseando con un familiar por el centro o en los tendidos de la plaza de toros. Le llamas para darle las gracias y encima te dice: “Tú te lo mereces, gracias a ti. ¿Estamos?”. Claro que estamos, Jesús. Estamos felices de que tú estés en casa junto a los tuyos... y junto a la Leica.
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