La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Visto y oído
CUATRO ha remontado algo su audiencia en febrero y no ha sido por las vísceras de Spartacus, esas palomitas sangrientas y pseudopornográficas de los miércoles, sino que la clave está en la duración de la crónica futbolera de los Manolos. Además de hacer daño a su más directa competidora, La Sexta, y a su malherido SLQH, la ampliación en el horario del regodeo deportivo (bueno, más bien sólo futbolístico), ha generado unas décimas de más que les viene bien a los comerciales que van buscando anuncios para el grupo de Telecinco.
Manolo Lama, Manu Carreño y cuantos sustitutos les entran al campo de juego cuando hace falta, preparan un repaso ameno con las imágenes más potables de cada día y sazonan con campechanía desde todas esas ruedas de prensa donde siempre se viene a decir lo mismo a los mamporros espectaculares que se producen por esos campos de Dios. Nada que ver con el dramatismo y los tintes inquisidores que se estilaron durante años en la radio deportiva y que llegaron a contagiar al mismo plasma.
El deporte es una tontería muy seria. Es diversión y pasión, lindando con el fanatismo irracional y el marketing compulsivo. Y a esos ingredientes apelan cuando en las nuevas prórrogas maceran debates encontrados de mentirijillas, a modo de wrestling dialéctico, entre periodistas mercenarios de sus causas. Todo se reduce a discutir sobre el Barcelona y Mourinho. Y unos segundos a lo más notorio del resto del tren.
Los deportivos de Cuatro se nutren de la cantera de Canal + y de ahí que sus montajes y análisis galopantes tengan ese estilo, tan característico por su afán de didáctica y sorpresa, de El día después. Los Manolos hacen un programa ya hecho y aunque los estiren con minutos prescindibles llenan la barriga audiovisual de los forofos.
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