Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Punto de vista
LO que está ocurriendo en la plaza Taksim y en el contiguo parque Gezi de Estambul, en Turquía, donde desde hace varias semanas se han concentrado jóvenes y menos jóvenes, a los que pretende desalojar la Policía, nos tiene que parecer a los españoles una película ya vista, porque todos recordamos las que tuvieron lugar en la madrileña Puerta del Sol y en muchas ciudades españolas. El guionista y el director deben ser los mismos, porque en ambos casos hay ciudadanos que protestan y que acampan en una plaza pública y la Policía intenta desalojarlos con métodos antidisturbios, que aunque difieren (en Turquía usan gas pimienta, que aquí no se usó) se califican de brutales y desproporcionados, mientras que las autoridades se quejan de que algunos manifestantes, que se consideran "infiltrados", lanzan adoquines y otros objetos contundentes, e incluso, "cócteles molotov". El detonante en Turquía de estas manifestaciones ha sido bien simple: el anuncio por parte del Gobierno de la tala de unos árboles centenarios, para construir un centro comercial.
Situada Turquía en Europa y Asia y siendo Estambul la única ciudad del mundo que está en dos continentes distintos, esta aparente indefinición, entre oriente y occidente, entre el islam y el cristianismo (éste comienza en Antioquía, que es Turquía, con la ruta de San Pablo), trae muchas consecuencias, porque Turquía es islámica de religión (90% de la población), pero no árabe, por lo que su alfabeto es latino. Pero, sobre todo, Turquía es el único país de religión islámica donde el Estado no es confesional, sino laico, y ello gracias a Mustafa Kemal Ataturk, que fundó en 1924 la República Laica de Turquía, occidentalizando el país. La fórmula dio buenos resultados, porque en 2011 su PIB había crecido más del 8,5% y con una población de 74 millones su tasa de paro era un envidiable 11%. Turquía lleva 50 años llamando a la puerta de Europa sin ser recibida, ya que firmó en 1963 el Tratado de asociación y espera todavía el de adhesión.
Ahora al primer ministro le acusan de ir en camino de un islamismo populista, que usa la religión para el control de la sociedad. Fui testigo en mi viaje a Turquía de que la población quiere el modelo de vida occidental y, como son vecinos de Irán, saben por qué modelo se tienen que inclinar.
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