Maneras de llegar a Colliure

La imagen de fin de campaña de Puigdemont no resulta ética ni estética

12 de junio 2024 - 01:00

De todos los géneros periodísticos, siempre he sentido debilidad por los pies de foto. Pasa como en el cine. Nunca me levanto hasta que terminan todos los títulos de crédito. Me gusta saber dónde se han rodado las películas, la ficha de las músicas y canciones, el nombre de los entrenadores de las jirafas, los patrocinadores y ver siempre la legión de apellidos latinos que aparecen en ese milagro que es hacer una película. El lunes postelectoral encontré en El País, debajo de la imagen y a la izquierda del nombre del fotógrafo, David Borrat, de la agencia Efe, este delicioso pie de foto: Carles Puigdemont, el viernes en el acto de cierre de campaña de Junts en Colliure (Francia).

Hay muchas maneras de llegar a Colliure. Sonriente, como aparece Puigdemont, con la mano de una incondicional apoyada en su hombro izquierdo y otra envuelta en una barretina haciéndose un selfie con el candidato de la canción de Paloma San Basilio traducida al catalán. O agonizante, como llegó a esa misma población Antonio Machado después de cruzar la frontera por Port Bou el 27 de enero de 1939.

“En Colliure, del tren abarrotado de refugiados españoles bajan cuatro personas vestidas de negro”, se lee en el texto del catálogo Los Machado y su tiempo. “A pie se dirigen al pequeño hotel de Bougnol-Quintana. Corpus Barga lleva a la madre, Doña Ana, en brazos, mientras que José (Machado) ayuda a Antonio, que apenas puede andar. Se refugian de la lluvia en una mercería que encuentran al paso donde les acogen y les reaniman con un poco de café con leche. En un taxi llegan al hotel y son recibidos por Madame Quintana”. El 22 de febrero de 1939 muere Antonio Machado y tres días después fallece su madre, la trianera de la calle Betis que conoció a Demófilo en un desfile de delfines sobre el Guadalquivir.

Hay muchas maneras de llegar a Colliure. Puede que haya sido casualidad y desde luego nadie puede patrimonializar el legado de Antonio Machado, su coraje cívico frente a la barbarie. Pero la coincidencia no resulta ni ética ni estética. Es posible que no lo hayan elegido al albur después de que la nueva mesa del Parlamento Catalán haya sido calificada de “anti-represiva”. Nos quieren contar la milonga de que los que obligaron a Machado a salir de España fueron los mismos que llevaron a Puigdemont a esconderse en el maletero de un coche para vivir como un pequeño burgués disfrazado de exiliado en su casoplón de Waterloo.

Volverá como un héroe gracias a quien le vendió la primogenitura por un plato de lentejas, verbigracia siete escaños para seguir en el Gobierno. Eso a cambio de negociar una infame ley de amnistía, de negociar en el extranjero su redacción con el delincuente. Y de rehabilitarlo en esta normalización contra natura. Siete años después. No es ético ni estético. Dos esdrújulas que se pasean en el prófugo redimido y en su saltimbanqui libertador. Machado no volvió. Volvieron sus versos. “¿Dijiste media verdad? / Dirán que mientes dos veces / si dices la otra mitad”. El catálogo Los Machado y su tiempo lo presentaba Manuel Núñez Encabo, el diputado soriano que acababa de votar en el Congreso cuando entró el teniente coronel Tejero el 23-F de 1981.

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