Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
El sentido del humor es una facultad tremendamente seria. El humor es el lubricante de la vida cotidiana, el don que proporciona un sistema de amortiguadores imprescindible en momentos adversos. Es un asidero firme y eficaz en muchos trances de la existencia. Hacer reír es un poder en toda regla al alcance de verdaderos privilegiados. Quien proporciona esos instantes de felicidad a los demás puede conquistarlo casi todo. Los grandes maestros del humor generan risas y sonrisas sin herir, sin humillar, sin ofender, sin provocar. Por eso el humor es algo muy fino, muy difícil y muy serio.
El numerito del programa de TV3 no tiene nada que ver con el humor. Es sencillamente una mamarrachada que permite a sus perpetradores tener unos días de notoriedad gracias a un espectáculo de baja estofa, con anhelos de supremacismo y carente de originalidad. El trato irrespetuoso, burlesco y de mofa de una devoción mariana para llamar la atención es muy antiguo, facilón y reiterativo hasta el aburrimiento. No habría que dedicarles una línea si no fuera por el riesgo de que haya televidentes que puedan creerse el manojo de topicazos y un discurso trufado de mensajes xenófobos. Algunos tontucios de guardia defienden que se puede hacer humor con todo. Claro que sí, criaturas, incluso es recomendable reírse de sí mismo todos los días en horario de oficina de mañana y tarde. Pero se trata de hacer humor, no de reírse de las devociones de miles de personas que no les han hecho ningún daño a estos personajillos con programa de televisión en una cadena pública. En definitiva, gente que te deja trabajar en paz, muchas de ellas que viven en la propia Cataluña, y a la que pagas su respeto con un programa ayuno de estilo, criterio e ingenio. Los mamarrachos han tenido su cuarto de hora de notoriedad. Solamente habría que explicarles que la Virgen del Rocío que ridiculizaron no sale en Semana Santa, sino en Pentecostés, una festividad litúrgica de la que no tendrán ni pajolera idea ni siquiera por aquello de la cultura general en la que tanto nos insistían en la extinta Educación General Básica.
TV3 es una muestra clara de la decadencia que sufre una Cataluña degradada por independentistas, separatistas y demás ralea. Es penoso comprobar que esos mismos catalanes han laminado el espíritu de la gran Cataluña de 1992. Nada queda de aquel tiempo próspero, de aquella región abierta a toda España y al mundo. El problema lo tienen dentro y lo sufren miles de catalanes de buena fe. En su día se llamaba “tres por ciento”, como denunció Maragall. Y hoy se llama degradación, empobrecimiento y decadencia de toda una región.
También te puede interesar